El testimonio de un cofundador del FSLN1
Henry A. Petrie
“… dentro del Movimiento Revolucionario Sandino
seguí la bandera del Héroe Nacional, fui
cofundador del Frente Sandinista de Liberación
Nacional y todavía enarbolo la bandera roja y
negra como militante del FSLN”.
Luis Fisher
Luis Fisher
1 Comentario de presentación del libro Mi vida, mi revolución…, testimonio de
Luis Fisher, editado por Lenin Fisher. 11 de noviembre del 2010. Paraninfo,
UNAN‐León; León, Nicaragua.
I
De inicio, debo reafirmar que el testimonio sigue vigente en Nicaragua
en sus distintas modalidades: memorias, biografías, documentos, relatos
vivenciales, crónicas, entre otras. Su producción no ha cesado.
Nicaragua, escenario de numerosas luchas, desde las ancestrales hasta
nuestros días; escenario de la batalla de San Jacinto, de la gesta de
Zeledón y Sandino, de la guerrilla sandinista y donde tuvo lugar, tras la
liberación nacional, la Revolución Popular Sandinista. Muchas historias
fluyen por ahí, nuevas voces salen del silencio o de su mutismo para
incorporar nuevos datos, referentes o interpretaciones a la historia
reciente.
Entonces, no es cierto que el testimonio se haya hundido con la misma
Revolución, como lo dijera Valle-Castillo en su Carta prólogo De León al
Búnker (Editarte, 2003), de Guillermo Cortés Domínguez. Lo refuté en su
momento y lo reafirmo. Sucede que el amplio y complejo proceso de la
Revolución sólo había sido abordado desde perspectivas aún
restringidas, incluso, acomodadas en el nuevo estamento de poder,
encargado muchas veces de elogiar y destacar individualidades en
detrimento del aporte colectivo. Los textos testimoniales continúan
apareciendo y aportando nuevos elementos que deben considerarse con
seriedad, para provocar una justa revisión de la historia nacional en
general, y de los particulares procesos políticos y sociales acaecidos.
En Nicaragua y Centroamérica esa labor de registro, análisis y
construcción histórica no está suficientemente desarrollada. La historia
regional y de cada uno de nuestros países ha sido construida desde las
élites, las clases dominantes y por qué no reconocerlo, desde el
prepotente academicismo que soslaya la vivencia y aporte de los
verdaderos protagonistas o actores ancestrales y populares. Es decir, es
imperativo incorporar el punto de vista del marginado o excluido.
Oficial y públicamente en el sandinismo no conozco un esfuerzo de
construcción de su historia que incorpore datos, informaciones, versiones y
análisis dispersos, a fin de brindar a generaciones presentes y venideras
una perspectiva histórica más cercana a la realidad común. Este proceso
no sólo es válido para el sandinismo, sino para la nación en tanto nuestra
historia adolece de sesgos y grietas que deben ser saldadas. Por
ejemplo, la Revolución Popular Sandinista significó una ruptura
importante en la sociedad nicaragüense, que estableció una nueva
fundamentación histórica, razón por la que debe ser integralmente
analizada e incorporados sus aportes esenciales.
II
Desde mi concepción, “El testimonio hace constar o da fe de una realidad
social, histórica y política concreta. Se testifica, se infiere la verdad de un
hecho vivido o presenciado. Su fuerza y valor está en la autenticidad,
legitimidad y representatividad, elementos que a su vez le incorpora
credibilidad y autoridad capaz de producir efectos… No admite el
falseamiento o corrupción de los hechos o vivencias, por el contrario, su
consistencia está en el punto singular de verdad de quien nos da fe”.2
En Mi vida, mi revolución… de Fisher, encuentro autenticidad. Su
propósito no es la autoproclamación de héroe, tampoco sobredimensiona
sus acciones ni reclama honores. El nos comparte su participación en el
movimiento guerrillero de 1959 a 1962, germen y núcleo fundacional del
Frente Sandinista de Liberación Nacional; reivindica determinadas
verdades y corrige ciertas aseveraciones relativas a la historia
sandinista. A esta labor se dedicó Lenin Fisher como editor, hijo del
protagonista declarante o testigo combatiente, comprometido con la
verdad, respetuoso con la información vertida por el declarante y
garantía de transcripción fidedigna.
2 Connotación del Testimonio; Petrie, Henry A., 2004.
En el testimonio de Luis Fisher, encontramos presencia de los tres afluentes
definidos por mí en el 2004: primero, los sucesos y las experiencias
épicas; segundo: la participación social amplia, que en este caso tiene
lugar en el corte de café; tercero: el conflicto humano, donde tienen lugar
las emociones, el entorno familiar y las vicisitudes personales.
Lo interesante es observar el afloramiento de testimonios que incorporan
la dimensión humana individual, las incidencias y accidentes que
intervienen o condicionan la existencia humana personal. Es decir, cuando
el protagonista se ha visto involucrado en procesos épicos, no se estanca
ahí, sino que avanza en el curso que ha tomado su vida según las
circunstancias que lo determinan. Algo así como lo narrado por Gabriel
García Márquez en El coronel no tiene quien le escriba, donde el veterano
de una guerra civil queda esperando durante quince años la famosa
pensión que le prometiera el gobierno al finalizar dicha guerra. O lo
narrado por Robert Graves en El conde Belisario, donde un general héroe
muy querido y respetado por sus hombres y el pueblo de Constantinopla,
es objeto de una profunda ingratitud de parte del emperador Justiniano,
al condenarlo a la mendicidad por celo y envidia.
Las dos referencias anteriores son novelas. Pero en tal sentido, en
Nicaragua contamos con una obra testimonial pionera escrita en el 2002,
Y no dejo de luchar, testimonio de un combatiente por la vida, de Aldo
Briones Alizaga (Managua, 1958-2006).
III
¿Cuáles son los aporte principales del testimonio Mi vida, mi revolución..?:
Primero: El protagonista. Es un actor-testigo directo de la etapa
fundacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Una voz que
emerge del silencio para brindar su versión de aquellos hechos
primigenios. Su beligerancia lo eleva a sujeto histórico sin proponérselo,
copartícipe de la construcción de las bases de un movimiento que
desarrollaría su potencial mediante la lucha política militar sistemática,
con un ideario estructurado, cuyos ejes principales fueron la libertad del
pueblo nicaragüense, el rescate de su historia de lucha y dignidad, su
realización como nación a través de programas sociales: alfabetización,
reforma agraria, autonomía caribeña, etc.
Segundo: Condición social y moral del protagonista. Sobre todo se trata
de un obrero, que luego de presenciar en su juventud el maltrato gringo
al trabajador nicaragüense y la masacre estudiantil del 23 de julio de
1959 en León, su conciencia se ve impactada de manera tal que lo llevan
al compromiso político y se decide por la lucha. Por distintas
circunstancias que relata, su participación se ve limitada, pero siempre
mantiene el vínculo orgánico necesario para procurar su contribución al
proceso revolucionario. Su humildad se aleja de la egolatría; su aporte lo
concibe como deber asumido, sin pensar en transcendencias ni mitos
históricos.
Tercero: los orígenes del FSLN desde una perspectiva de desarrollo
natural y dinámico. Sin duda, los aporte de Fisher en su testimonio, son
importantes desde la concepción de construcción de procesos, ya que nos
demuestra en su relato que el FSLN fue posible por una confluencia
histórica de pequeñas agrupaciones, de intereses comunes por el
derrocamiento de la dictadura somocista, siguiendo el ideal y el ejemplo
de Sandino. No fue entonces, una reunión de luchadores, preclaros o
ideólogos, que deciden en un solo acto y momento fundar un movimiento
revolucionario, guerrillero. De ninguna manera. Fisher nos sugiere que el
génesis del FSLN debe ser reescrito tomando en cuenta el proceso
gradual que conllevó y no a partir de un solitario y aislado acto. Nos
dice:
“En Las Trojes fue mi bautizo de fuego guerrillero; ahí comencé a sentir
la satisfacción de poder combatir a la dictadura somocista. Esos fueron
mis primeros granitos de arena para la posterior formación de lo que
se llamaría Frente Sandinista de Liberación Nacional. En el campamento
teníamos la bandera roja y negra del Ejército Defensor de la Soberanía
Nacional de Nicaragua (EDSNN) de Sandino. Fuimos el primer grupo
guerrillero, de todos los grupos que ingresaron por el norte y el sur, que
levantó la bandera del General de los Hombres Libres”. (p. 33).
“Nuestro grupo, el del FRS era el mayor. Fuimos el primer contingente
guerrillero del Movimiento Nueva Nicaragua (MNN) que después formó
el Frente Sandinista de Liberación Nacional”. (p. 42).
“Como se sabe, Fonseca Amador aceptó incorporar el apellido de
Sandino a la siglas del FLN para formar, después de un proceso de
discusiones y contradicciones internas, el FSLN”. (p. 45).
Cuarto: El imperativo de la unidad, desde el inicio y para siempre.
Atendido lo anterior, y habiéndose analizado bien el proceso génesis del
FSLN, se certifica que la UNIDAD ha sido el imperativo desde siempre. Es
interesante observar cómo los grupos guerrilleros de la época, todos
comprometidos con el cambio, con la revolución, confluyen y se sientan a
discutir el salto político organizativo mayor, la constitución de un
verdadero instrumento que reúna sus aspiraciones e intereses, que
evolucione a un movimiento de la revolución a partir del rescate de la
gesta de Sandino, de la formulación de un proyecto político
revolucionario concebido como propuesta ética a la sociedad
nicaragüense. La unidad fue entonces un imperativo desde el origen y
para siempre, por la que Carlos Fonseca apostara hasta entregar su
vida por esta causa. La unidad, sin duda, fue la partera del FSLN y la
matriz del triunfo de la revolución.
Fue como si Rubén Darío hubiese estado detrás de todos aquellos
beligerantes, diciéndoles al oído que unieran sus vigores dispersos, que
los unieran para hacer más vigorosa la dignidad de esta patria
pequeña, pero brava.
IV
Luis Fisher, a lo largo de su testimonio, nos da cuenta de tres situaciones
que deben corregirse en la historia escrita del sandinismo:
Primera corrección: Los miembros del Frente Revolucionario Sandino,
cuando tomaban acción en lugares fronterizos con Honduras en contra de
la Guardia Nacional, en los meses de febrero y marzo de 1960, se
enfrentaron al ejército hondureño. Fisher refuta a Humberto Ortega
Saavedra, en su obra La epopeya de la insurrección, en el sentido que no
fueron evacuados heridos, como éste dice, sino que capturados. Fueron
puestos en un avión hacia Cuba, gracias a la presión ejercida por los
estudiantes universitarios hondureños.
Segunda corrección: siempre con referencia a la obra de Ortega
Saavedra, que afirma que el primer himno del FSLN, Luchar y vencer,
“surgió de las guerrillas del valiente Julio Alonso Leclaire y que después
el FRS adoptó como propio”. Fisher refuta esto diciendo que el mismo
himno “fue escrito, musicalizado y grabado en Cuba, cuando el MNN y el
FRS se unieron allá, en 1961”.
Tercera corrección o aclaración: los miembros del MNN no fueron
capturados juntos o en un mismo acto en Casa Colorada, donde estaba
instalada la primera escuela político-militar (abril 1962). Las capturas se
realizaron en momentos diferentes, siendo el primer capturado Luis Fisher.
V
En Mi vida, mi revolución… también encontramos importantes pasajes que
nos reflejan la belleza y vitalidad de nuestra ecología en aquel tiempo,
que nos permite establecer comparaciones del grado de deterioro a
nuestro ambiente natural, haciéndonos un llamado implícito a detener la
depredación y al cuido. Pero también, constituyen muestras básicas de la
esencia poética del nicaragüense y de su arraigo ancestral. Pongamos
atención:
“En esos tiempo, 1951, eran unas montañas espesas y había muchos
animales: culebras, tigres, lagartos, leones, dantos, venados y chanchos
de monte. Estos últimos nos servían de alimento, pero eran realmente
peligrosísimos cuando encontrábamos a la manada. Los dantos pasaban
cerca de los campamentos nuestros. Mirábamos huellas de todo tipo de
animales y por supuesto a los animales. Los tigres llegaban a acechar a
los campamentos por la noche”. (pp. 19 y 20).
“En esos tiempo eran verdaderas montañas boscosas, espesas, montañas
de verdad. Había toda clase de pájaros, reptiles, pavones. Era tal el
bosque, la abundancia de árboles, que a veces a la 3 ó 4 de la tarde
ya no mirabas a corta distancia, sobre todo cuando se desataba el
invierno infernal, lluvioso”. (p. 21).
“Conocí el quetzal en el cerro Kilambé; ahí vi volar a varios quetzales,
verdes; en esa época se miraba el quetzal ahí; el quetzal es de tierra
helada, fría; en ese tiempo en el Kilambé se formaba una neblina
impenetrable, todo se mantenía húmedo. En el Kilambé también oí
cantar al jilguero, que es un pájaro chiquito, que se para en la punta
del árbol más alto y comienza a cantar con su tremendo trinar; está tan
alto y es tan pequeño que vos no lo ves, sólo oís su canto”. (p. 68).
Y finalmente, lo antropológico e intercultural, cuando refiere el modo de
vida y la cultura miskita en el Caribe nicaragüense, a saber:
“Los miskitos conservan sus tradiciones comunitarias; viven de la pesca;
los hombres salen a poner las mallas o redes y duermen allá donde
están pescando; a las 6 ó 7 de la mañana regresan y empiezan a
sonar la campana de la iglesia morava. Todo el pueblo sale a recibir a
los pescadores. Y la comunidad se reparte el producto de la pesca,
independientemente de la calidad buena o mala de la pesca” (p. 93).
VI
Mi vida, mi revolución: la vida de un obrero llamado Luis Fisher. Testimonio
de 111 páginas, editado por Lenin Fisher bajo el sello de Editorial
Universitaria UNAN-León, es un nuevo texto que se integra al inventario
nicaragüense del testimonio, y particularmente, de la lucha sandinista y revolucionaria.
Leído por Lenin Fisher en el Paraninfo de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (U.N.A.N. León), el jueves 11 de noviembre de 2010.