Las
radiografías de Roentgen:
117 años después
Lenin Fisher
Ya que el
8 y 9 de noviembre radiólogos y residentes de radiología conmemoraremos el 117 aniversario
del descubrimiento de los rayos X, con el III Congreso Nicaragüense de
Investigación Radiológica “William Roentgen”, escribo acerca de las
radiografías que el ingeniero mecánico alemán y Doctor en Medicina Honorario,
nos legara como medio diagnóstico en 1895.
El avance
tecnológico alcanzado después de más de un siglo no le resta importancia ni
actualidad a las radiografías. Estas continúan siendo una rica fuente de
información diagnóstica y de orientación de las decisiones médicas y
quirúrgicas, en cualquier parte del mundo. Sin embargo, en Nicaragua es
frecuente ver que pacientes de hospitales o clínicas privadas, así como de
hospitales públicos, portan una
radiografía sin un informe radiológico firmado y sellado por un especialista en
radiología, o sea, por un galeno discípulo y heredero del descubrimiento de
Roentgen. El paciente necesita un informe radiológico, que es un documento
médico-legal. También el médico lo necesita para tomar la mejor decisión, pero ¿por
qué sucede tal anomalía? La causa puede ser multifactorial; pero los factores
más importantes son: menosprecio del trabajo del radiólogo de parte de los
administradores, gerentes, autoridades o empresarios de la salud; restricción
del gasto en busca de mayores ganancias al no contratar suficientes radiólogos
para que realicen el trabajo de informar y diagnosticar a partir de las
radiografías para después pasar, si es necesario, a otros métodos de imágenes
diagnósticas; y el “ultrasonografismo” que consiste en darle más importancia a
los exámenes ecográficos que a las radiografías.
El
mercado capitalista obliga a radiólogos y técnicos de rayos X a trabajar en dos
o más sitios para ganar más, porque en muchos lugares los salarios no son
suficientes y los empresarios se afanan en ofrecer trabajos parciales e
inestables, con pocos puestos permanentes y bien remunerados. Trabajan un rato
por aquí y otro por allá, convirtiéndose en “rateros”. Es parte de la rotación
de la fuerza laboral y de la super-explotación a la que están sometidos los
trabajadores y profesionales en el capitalismo global, aunque algunos no
quieran o sean incapaces de entenderlo. Así, el curriculum vitae es una ristra
de lugares donde se ha trabajado previamente por algún tiempo.
Por otro
lado, grandes hospitales o clínicas médicas previsionales ya no quieren
archivar las radiografías y con frecuencia se las entregan a los pacientes sin
su respectivo informe especializado. En hospitales y centros de diagnóstico
privados también sucede tal cosa a pesar de que el paciente ha pagado. En
algunos lugares le dicen al paciente que le toman la radiografía, pero que debe
buscar a un radiólogo para que le haga el reporte diagnóstico. La placa
radiográfica es entonces vista como una simple mercancía: el paciente paga por
ella y la recibe a cambio, no obstante la falta de una interpretación escrita
de los hallazgos radiográficos firmada y sellada por alguien entrenado y
autorizado para tal fin.
Conclusión: las radiografías convencionales o
digitales deben informarse porque siguen siendo muy útiles 117 años después.
Managua,
Nicaragua, 1 de noviembre de 2012
leninfisher.blogspot.com