Nelson Mandela,
el apartheid y Cuba
Lenin Fisher
Ante la muerte de Mandela, el 5 de diciembre, sobre el líder
revolucionario del Congreso Nacional Africano y ex-presidente de Sudáfrica, se
ha escrito bastante. La derecha nacional y mundial quiere halar agua para su molino
elogiando a Mandela.
El apartheid, modelo de dominación colonialista y capitalista, basado en
el racismo de la minoría de raza blanca sobre la mayoría de raza negra, era
sólo una arista del imperialismo, porque los gobiernos racistas de Sudáfrica
siempre fueron apoyados por el gran capital mundial, Estados Unidos, Europa e
Israel.
Mandela estuvo preso 27 años en una isla. En Nicaragua el preso político
que más tiempo estuvo en prisión durante la dictadura somocista fue Daniel
Ortega (siete años de cárcel), o sea, 20 años menos que Mandela. El actual
presidente de Nicaragua hubiera estado más tiempo preso de no haber sido por la
acción intrépida del Comando “Juan José Quezada” el 27 de diciembre de 1974,
dirigido por Eduardo Contreras (hace 39 años).
Madiba, como cariñosamente era llamado Mandela por el pueblo, salió de la
cárcel anciano, en 1990, a los 72 años. Luego ganó las elecciones, sucedió en
la presidencia al blanco Frederik Willem de Klerk, cargo que ejerció desde el 10 de mayo de 1994 hasta el 14 de
junio de 1999, y a los 81 años entregó formalmente el alto cargo al segundo
presidente negro de Sudáfrica, Thabo Mbeki. Con todo el respeto a la lucha
heroica y ejemplar de Mandela, con más de ochenta años es difícil continuar en
el poder, ser presidente o mantenerse
activo políticamente. El retiro era algo natural.
Avanzó Sudáfrica con la caída del apartheid y la liberación de Mandela.
Aunque pocos se atreven a reconocer el papel heroico y decisivo que jugó Cuba,
con más de 40 mil soldados, que combatieron a las fuerzas
contrarrevolucionarias de Angola, Namibia y al ejército Sudafricano, a quienes
derrotaron. Sin Cuba no cae el apartheid, ni liberan a Mandela, quien al
visitar Cuba en 1991, reconoció públicamente esta verdad. Además, señaló que la
batalla de Cuito Cuanavale, en la provincia de Cuando Cubango, en el sur de
Angola (diciembre 1987- marzo 1988), fue un punto de inflexión en la lucha
contra el apartheid. Los internacionalistas cubanos hicieron retroceder a las
tropas sudafricanas y a los contrarrevolucionarios financiados y armados por la CIA. La derrota sudafricana en Cuito
Cuanavale significó un giro decisivo de la guerra y obligó al régimen de
Pretoria a sentarse en las negociaciones cuatripartitas (USA, Cuba y Angola),
en Nueva York. Entonces, Sudáfrica se retiró de Angola, aceptó la independencia
y elecciones libres de Namibia, y se democratizó al desmantelar el apartheid.
Sudáfrica es de las potencias emergentes (BRICS: Brasil, Rusia, India y
China). Es la primera economía africana y representa el 25% del PIB de África.
Pero, la comunidad donde nació Mandela continúa con serios problemas de agua
potable, alcantarillado y educación. Mandela y los gobernantes negros
subsiguientes no han podido acabar con la desigualdad e injusticia social, con
la miseria originada en la explotación del hombre por el hombre. Hay no menos
de 20 millones de pobres. De los 53 millones de habitantes, un tercio (18
millones), vive con menos de dos dólares diarios. Cerca del 20% de los negros
(8 millones) ha mejorado su condición de vida; pero el 60% de los negros (20-25
millones) sigue en la pobreza. Los blancos controlan la economía, la propiedad,
las relaciones de producción, el capital.
En la Casa Blanca existe un presidente de raza negra y no cambia la
naturaleza del imperialismo (guerras en Libia y Siria; golpes de estado en
Honduras y Paraguay). En Sudáfrica no cambia la naturaleza explotadora e
injusta del capitalismo porque los presidentes sean de raza negra. Esta verdad
es la más importante de todas.
Managua, Nicaragua, 9 de diciembre de 2013
leninfisherblogspot.com
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