18 de abril de 2018
versus 23 de julio de 1959:
Golpe de Estado blando versus
Revolución
Lenin Fisher
Al comparar la masacre estudiantil del
23 de julio de 1959 y lo ocurrido durante los meses de abril y mayo de 2018, en
Nicaragua, se encuentran fácilmente muchas diferencias.
En primer lugar, es necesario tener
claro que la masacre del 23 de julio de 1959, ocurrida en la ciudad de León,
tuvo las siguientes características:
1-. Los estudiantes del 23 de julio aprovecharon el carnaval de los pelones para exigir que se respetara la vida de prisioneros y heridos (entre ellos, Carlos Fonseca, herido en un pulmón), después de que el ejército hondureño atacara a un incipiente grupo guerrillero, en el Chaparral, Honduras, el 26 de junio del mismo año.
2-. Los estudiantes del 23 de julio marcharon para proteger la vida de hombres y jóvenes que habían optado, abiertamente, por la lucha armada para derrocar a la dictadura dinástica de los Somoza. Hombres y jóvenes que no se escondían en las sotanas de los curas, ni en las faldas o vestidos de feministas de organismos no gubernamentales politizados, dizque defensores de los derechos humanos, para desde dicha protección realizar acciones violentas y destructivas contra el pueblo común y de a pie.
3-. Los estudiantes del 23 de julio marcharon cuando gobernaba Luis Somoza Debayle, el primer hijo de Anastasio Somoza García, a quien había sucedido después de morir a consecuencia de la heroica acción de Rigoberto López Pérez, quien no era estudiante universitario. En otras palabras, la dictadura somocista ya se había convertido en dinastía, casi tres años antes de la masacre estudiantil de 1959.
4-. Los estudiantes del 23 de julio, en su gran mayoría universitarios, marcharon pacíficamente; pero de verdad, que pacíficamente.
5-. Los estudiantes del 23 de julio no andaban encapuchados, no ocultaban sus rostros con nada; no usaban pasamontañas, ni camisas para cubrirse el rostro.
6-. Los estudiantes del 23 de julio marcharon desarmados; no portaban pistolas, revólveres, lanza-morteros, armas hechizas, piedras, machetes, cuchillos, huleras, garrotes, ni tubos.
7-. A los estudiantes del 23 de
julio la Guardia Nacional (GN) les disparó con armas de guerra, a mansalva,
porque la GN usaba como arma de reglamento el fusil semi-automático Garand M-1.
Otros portaban ametralladoras Thompson, con balas de calibre 45; o bien
carabinas M-1. Armas de fabricación estadounidense que fueron usadas por el
ejército norteamericano en la Segunda Guerra Mundial.
8-. Los estudiantes del 23 de julio ya habían sido amenazados, el dos de julio, por el mayor de la GN, Anastasio Ortiz, en el sector de la iglesia El Calvario, donde les advirtió que tenía órdenes de dispararles. Muchachos no me comprometan que tengo orden de bañarlos, les dijo, según Rolando Avendaña Sandino, autor del primer libro sobre el tema.
9-. Los estudiantes del 23 de julio no dispararon a la GN ni un solo tiro; no hirieron a ningún oficial o soldado de la GN; no mataron a ningún miembro de la GN. No dispararon nada, ni armas hechizas, bombas, morteros, revólveres o pistolas.
10-. Los estudiantes del 23 de julio no eran parte de ningún golpe de Estado, ni armado o violento, ni blando o incruento. No participaron en la protesta, de manera consciente o manipulada, como parte de un golpe de Estado que dirigiera algún partido político de derecha o de izquierda.
11-. Los estudiantes del 23 de julio fueron masacrados en un solo día, en una sola calle, de una sola ciudad, en poco tiempos, quizás un minuto, que fue infernal y el más largo del tiempo. Cuatro estudiantes universitarios y una señora que participaba en la marcha, fueron asesinados, y más de 100 personas fueron heridas, por las balas de guerra, balas de verdad, balas vivas, como dicen ahora.
12-. Los estudiantes del 23 de julio no fueron advertidos o reprimidos con bombas lacrimógenas, chorros de agua o balas de gomas; sino que fueron sorprendidos por una lluvia de balas de plomo, de principio a fin.
13-. Los estudiantes del 23 de julio ante los disparos de verdad de la GN salieron huyendo en estampida. No respondieron con piedras, morteros, bombas molotov, armas hechizas, ni pistolas o revólveres. No tuvieron tiempo de hacerlo y tampoco tenían un arsenal de ese tipo, porque ellos sí fueron auto-convocados al carnaval estudiantil, que fue por muchos años para criticar al gobierno somocista.
14-. Los estudiantes del 23 de julio tenían a sus líderes, al frente de la manifestación; con ellos estaban sus verdaderos dirigentes, en primera línea; dirigentes y líderes que eran estudiantes universitarios. Ellos no eran dirigidos, tras bastidores, por ningún político fracasado y desprestigiado, ni por ningún camaleón político, con el temor de manchar una marcha o protesta estudiantil con la bandera político-partidaria e ideológica, con el objeto de forzar el surgimiento de nuevos líderes, jóvenes; líderes mediáticos, insuflados por los medios de comunicación de la oligarquía.
15-. Después que los estudiantes del 23 de julio fueron masacrados, en ninguna ciudad o municipio del país se presentaron protestas violentas, que causaran destrucción y aterrorizaran a la población; en gran medida porque cuando la GN reprimía, como lo había hecho en el centro histórico de León, ese día, reprimía de verdad, sin contemplaciones; principalmente porque no eran parte de un complot planificado hasta el último detalle, contra un gobierno electo democráticamente por la mayoría de los nicaragüenses.
16-. Los estudiantes del 23 de julio, ni antes, ni después de la masacre, quemaron edificios públicos y privados, no destruyeron negocios privados. No quemaron, ni saquearon alcaldías u oficinas de partidos políticos; no quemaron ni secuestraron buses o vehículos del Ministerio de Salud. Ni siquiera levantaron barricadas en la ciudad, ni tranques en las carreteras.
17-. Los estudiantes del 23 de julio no buscaban destruir la economía de Nicaragua, ni rogaban a los grandes empresarios privados por un paro nacional, ni pidieron o lograron que la GN se acuartelara por orden presidencial, para después como estudiantes sui generis lanzarse como grupos vandálicos a destruir, quemar, saquear y aterrorizar a los ciudadanos, aprovechando la ausencia de autoridad policial en las calles.
18-. Los estudiantes del 23 de julio no se apoyaron en pandillas, jóvenes en riesgo (para usar un término de los ONG), o con antecedentes penales, para realizar su marcha y tampoco recurrieron a ellos después de la masacre.
19-. Los estudiantes del 23 de julio fueron parte de un proceso revolucionario que se desarrolló paulatinamente y en el que algunos de esos estudiantes o participantes en la marcha tuvieron que optar por la lucha armada, abierta y declarada, como opción para derrocar a la dictadura somocista y tomar el poder político.
20-. Los estudiantes y otros jóvenes del 23 de julio de 1959, sobrevivientes de la masacre, que optaron por la lucha armada, incorporándose al FSLN, no se enmascararon en luchas pacíficas para promover golpes de Estado blando, a través de la destrucción y la violencia contra el pueblo. Sus fusiles los apuntaron contra la GN.
21-. De los que siguieron el ejemplo de los mártires del 23 de julio de 1959, a través de la lucha armada en el FSLN, algunos murieron en el camino y otros derrotaron totalmente a la GN hasta destruirla y obligarla a huir, logrando así derrocar a una dictadura dinástica. Eso les dio el derecho de hacer una verdadera revolución social, de destruir todas las estructuras del Estado y hacer uno nuevo.
22-. Los estudiantes del 23 de julio no sumaron nunca, entre los masacrados, a policías o guardias nacionales, periodistas, transeúntes, saqueadores, ni a simpatizantes del régimen al cual pretendían derrocar.
23-. Los estudiantes del 23 de julio nunca aplicaron un formato de lucha, conocido como golpe de Estado blando, elaborado por un agente de la CIA, puesto en práctica otros países del mundo.
24-. Los estudiantes del 23 de
julio no lucharon, consciente o inconscientemente, en contra de un gobierno
revolucionario; no lucharon para derrocar a un gobierno sandinista, que con sus
políticas públicas beneficia a las clases sociales más pobres, marginadas y
excluidas por el capitalismo camuflado con el nombre de la democracia. Ellos
protestaron ante una dictadura militar y dinástica, impuesta por el gobierno de
Estados Unidos, en nombre de todo el imperialismo mundial.
25-. Los estudiantes del 23 de
julio no lucharon por derrocar a un gobierno revolucionario a través de un
golpe de Estado blando o suave, para instaurar un gobierno a la medida de los
intereses de la burguesía y de las familias oligárquicas del país.
26-. Los estudiantes del 23 de
julio no quemaron las oficinas del Centro Universitario de la Universidad
Nacional (C.U.U.N.).
27-. Los estudiantes del 23 de
julio no eran golpistas; eran estudiantes.
Por todas estas razones y muchas
otras, que seguramente incorporaré en el futuro a este artículo, los
estudiantes de hoy y el resto del pueblo nicaragüense no debe dejarse engañar
por las falsas simetrías que los periódicos y revistas, propiedad de, o
dirigidas por, familias oligárquicas, publican de forma impresa o digital,
tratando de minar las bases ideológicas del sandinismo y la juventud
revolucionaria, para ocultar y negar la verdadera causa de todas las muertes
ocurridas en Nicaragua a partir del 18-19 de abril de 2018: el golpe de Estado
blando promovido por las fuerzas políticas, económicas e ideológicas de la
derecha (PLC, CxL, MRS y otras), apoyadas, detrás del telón, por los Estados
Unidos, a través
de la CIA y su delegación diplomática.
En segundo lugar, el pensamiento crítico
permite encontrar muchas diferencias entre el 18 de abril de 2018 y el 23 de
julio de 1959, aplicando todo lo que no hicieron los estudiantes universitarios
de 1959, a lo que han hecho los estudiantes universitarios de 2018.
Managua, Nicaragua, 26 y 27 de mayo de 2018
Escritos de Lenin Fisher: reflexiones sobre la vida e historia de
Nicaragua.
leninfisherblogspot.com