Ucrania: nazismo del siglo XXI o la guerra de Estados Unidos y la
OTAN contra Rusia
Lenin Fisher
En
Ucrania el nazismo y el fascismo han tenido su máxima expresión en Europa,
durante lo que va del siglo XXI. Expresión militar que representa el pináculo
del ascenso de las fuerzas políticas de ultraderecha en el viejo continente,
las cuales han conquistado la presidencia, congresos nacionales y parlamento
continental.
Algunos
señalan que el nazismo surgió en Ucrania, a inicios del siglo XX, y después
alcanzó su plenitud en Alemania, con Hitler, que tuvo como principal objetivo
la derrota del primer Estado socialista del mundo: la Unión Soviética, como
parte de la contradicción fundamental entre capitalismo y socialismo.
El
golpe de Estado blando, pero violento y sangriento, sucedido en Ucrania, en el
año de 2014, es el hecho que cataliza los acontecimientos posteriores de la
lucha geopolítica que desarrollan Estados Unidos, la Unión Europea y la Organización
del Tratado del Atlántico Norte, porque instalan en el poder a fuerzas
políticas del ultranacionalismo radical que llevarían al país de relaciones
respetuosas con la Federación de Rusia a la confrontación.
El
proyecto golpista en Ucrania fue financiado por Estados Unidos y la Unión
Europea y representó una inversión de cinco mil millones de dólares. Incluyó el
plan la capacitación en “liderazgo” de por lo menos diez mil jóvenes. Posteriormente,
la OTAN, la Unión Europea, Reino Unido y Estados Unidos prepararon y armaron al
ejército ucraniano y las fuerzas paramilitares nazistas (Batallón Azov, Sector
Derecho, etc.), con fondos que superan los 10 mil millones de dólares.
El
occidente capitalista no cesa en sus antiguos sueños de apoderarse de los
extensos territorios, muy ricos en reservas energéticas, minerales, bosques y
otros recursos naturales, que posee el país más grande del mundo: Rusia. Los
imperialistas occidentales tienen puesta la mirada también en China. Ambas
potencias económicas y militares son el resultado de revoluciones socialistas,
que han evolucionado hasta representar los motores del mundo multipolar que
actualmente se construye. Pero la democracia occidental se niega a ser
desplazada por nuevas potencias y no quiere perder el control del mundo ni sus
privilegios económicos.
El
cerco de Rusia y China entró en otra fase en 2014 cuando Ucrania se convirtió
en la punta de lanza. Kiev pretendía formar parte de la Unión Europea y declaró
que deseaba integrarse a la OTAN, así como instalar armas nucleares. Estas
últimas podrían alcanzar Moscú o cualquier otro objetivo estratégico ruso en
menos de cinco o siete minutos, un tiempo menor de respuesta al actual. Armas
nucleares en Ucrania significarían una amenaza real para la seguridad de Rusia,
porque alterarían el principio de seguridad mutua, debido a la recíproca
destrucción de las partes beligerantes en una guerra nuclear.
El
golpe de Estado de 2014 ejecutado por la ultraderecha ucraniana encontró su
principal contraparte en dos repúblicas que se proclamaron independientes en la
región del Donbass. El ejército ucraniano y las fuerzas nazis desataron una
guerra de ocho años contra la población de la región mencionada causando casi
14 mil muertos, el 70% de los cuales fueron civiles. La resistencia de las
milicias de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk ha sido
verdaderamente heroica. Los acuerdos de Minsk nunca fueron cumplidos por
Ucrania, mientras este país realizaba un genocidio y etnocidio contra la
población que hablaba el idioma ruso, lengua que fue prohibida desde la
victoria del golpismo de colores del Maidán.
Desde
hace treinta años Estados Unidos, Europa y la OTAN no han cumplido su promesa
de no extender las fronteras de la alianza militar transatlántica. Durante ocho
años los poderosos medios de comunicación, tradicionales y virtuales, ocultaron
la guerra criminal iniciada por Ucrania contras los pueblos ruso-parlantes. Así
como Estados Unidos protege la seguridad de sus ciudadanos en cualquier parte
del planeta, Rusia lo ha hecho a partir del 24 de febrero del año en curso, al
iniciar la Operación Militar Especial (OME).
La
OME ha sido impulsada bajo el mando del presidente Vladímir Putin para
finalizar la guerra iniciada por Ucrania (como autor material) y por Estados
Unidos, Unión Europea, Reino Unido y la OTAN (como autores intelectuales y
abastecedores materiales). Desmilitarizar y desnazificar Ucrania fue el objetivo
de la OME, planteado públicamente, y no ocupar permanentemente a ese país.
Una
cátedra de un nuevo tipo de guerra ha sido la OME para el occidente guerrerista
porque no ha sido la masacre de la población civil por bombardeos
indiscriminados como lo hicieron los invasores y agresores, yankees y europeos,
de Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia y Siria. Sitiar las ciudades principales
para que sus fuerzas no pueden participar en el frente principal, destruir las
instalaciones militares de todo tipo con ataques de alta precisión quirúrgica, derrotar
a las tropas ucranianas en el Donbass, abrir corredores humanitarios para
salvar a decenas de miles de civiles inocentes y no caer en la tentación de los
nazis que usan como escudos humanos a los civiles (algo practicado frecuentemente
por los terroristas del Estado Islámico en la terrible guerra imperialista de Siria).
A
lo largo de un mes del conflicto contra el nazismo y el fascismo ucraniano y europeo
ha sido evidente la altura de la diplomacia rusa. Derroche de sensatez y
cordura han hecho Putin, Lavrov, Peshkov, Nebenzia, Zajárova, Konashenko y
Kirílov. Mientras tanto, los malos socios occidentales y países no amistosos, expertos
en decir fakenews y mentiras, han
llevado al clímax su guerra económica escalando las sanciones económicas contra
Rusia, hasta reafirmarlo como el país con más sanciones, chantajes y bloqueos del
mundo (más de nueve mil).
Sanciones
que se han vuelto un boomerang para sus impulsores, que no les interesa el
bienestar de sus propios pueblos a los cuales le piden que coman menos carne,
que usen menos calefacción, consuman menos combustible y gas, o que
compren más ropa de abrigo contra el frío. Impedir la inauguración del
gasoducto Nord-Stream II (obra maestra de la ingeniería) fue tan absurda como
la rusofobia desatada contra todo lo ruso y contra todos los rusos (vivos y
difuntos).
Sin
embargo, los crímenes de guerra del ejército ucraniano y sus paramilitares
nazifascistas, que han atacado y aterrorizado a su propio pueblo, de distintas
formas, algún día serán castigados. Y los 30 laboratorios para la guerra
biológica detectados en Ucrania, a lo largo de la OME, son un verdadero
escándalo y crimen de guerra que también esperan justicia. El Ucrania-gate o el
Ucrania-Lab-gate están por venir en las elecciones de Estados Unidos. No te lo
pierdas.
Laboratorios
financiados por Estados Unidos, Europa y la OTAN; donde figuran personajes como
el hijo del presidente gringo Joe Biden. Guerra biológica que ya habían
empezado contra Rusia después de experimentar con soldados ucranianos hasta con
la fiebre porcina. Contra toda ley militar internacional los demócratas
occidentales pensaban diseminar microbios (virus, bacterias, hongos, parásitos,
etc.), a través de aves migratorias, murciélagos, pulgas, piojos y drones
(estos últimos con capacidad para rociar hasta 20 litros de soluciones con
tales gérmenes causantes de enfermedades infecciosas terribles).
Esa
es la realidad real del guerrerismo de los imperialistas de Estados Unidos y
Europa, que promueven el nazismo y el fascismo de Ucrania. Setenta y siete años
después, los rusos están salvando otra vez a la humanidad.
Managua, Nicaragua, 2 de abril
de 2022
Escritos de Lenin Fisher:
reflexiones sobre la vida e historia de Nicaragua.
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