Enrique Romero (Cerro Negro): gran jefe artillero
Lenin Fisher
Enrique Romero (Cerro Negro) (q.e.p.d.), fue un miembro del Ejército
Popular Sandinista (EPS), que llegó a ser oficial y se desempeñó como jefe de
la batería de morteros de 120mm., dentro de las unidades de artillería que
pertenecían a la reserva del alto mando de la segunda región militar,
conformada por los departamentos de León y Chinandega. La mayor parte de la
información contenida en este escrito ya fue publicada en el libro Chavalos
de la Revolución y otros ensayos (2011).
Dicha unidad estaba formada por soldados
permanentes del Ejército Popular Sandinista y reservistas voluntarios
(estudiantes, obreros y campesinos). Yo estaba estudiando el primer año de
secundaria en el Instituto Vocacional Manuel Ignacio Lacayo. Nos entrenamos
durante los primeros 15 días de mayo de 1983 en las áridas tierras del
Papalonal, Malpaisillo (en las cercanías del
volcán Momotombo), León; estando nuestro campamento en un lugar llamado San Mauricio. Los
reservistas voluntarios sintetizaban la unidad obrero-campesina-estudiantil,
en días en que la unidad del pueblo y el Ejército eran la garantía de la
victoria, como decía una consigna. Los jóvenes estudiantes provenían del Instituto
Vocacional Manuel Ignacio Lacayo, de La Salle y del barrio Villa 23 de Julio.
Las principales misiones combativas de dicha unidad
militar (cuyo número o código no he podido recordar) fueron cumplidas desde el
17 de julio de 1983 hasta el 25 de enero de 1984, en Las Segovias
(departamentos de Madriz, Estelí y Nueva Segovia), enfrentando a la
contrarrevolución somocista, apoyada por Estados Unidos. Fueron casi siete
meses de experiencia militar, desde el entrenamiento inicial hasta la
desmovilización.
La batería de morteros de 120mm., cumplió dos misiones combativas como fuerzas de
infantería. La primera, en los Ranchos, municipio de Palacagüina. El propio 19
de julio de 1983. La contrarrevolución había emboscado a una camioneta de
transporte civil. Recibimos la orden a las 12 del día y cuando la escuadra de
exploración salió, en un camión IFA, escuchamos la parte final del acto del IV
aniversario de la Revolución Sandinista, celebrado en León, y las notas del
himno del FSLN. El combate duró entre cinco y seis horas. Al final recibimos
refuerzos de parte de una compañía de los incipientes batallones de destino
múltiple.
La segunda misión fue la persecución de fuerzas
contrarrevolucionarias en la comarca el Regadío, municipio de San Juan de
Limay, Estelí, durante 15 días, en el mes de agosto de 1983. El enemigo evadió
el combate y no cayó en las emboscadas que se le prepararon, en el territorio
donde pocos días antes, el batallón de reserva 25-90, de Chichigalpa, había
sufrido varias bajas. En esta misión yo no participé por estar enfermo de
malaria y me dejaron en la base militar de Condega para cumplir el tratamiento.
Gracias a la aguda memoria y a los apuntes del
doctor Xavier Lara Toruño, médico, especialista en cirugía, puedo reconstruir
la estructura de lo que nosotros llamábamos simplemente la Batería.
Los miembros permanentes del E.P.S., eran: Alfonso Ruiz Blandón (primer jefe, muerto en junio de 1983; en el
Fortín de Acosasco, en un frustrado intento de sabotaje cometido por dos
infiltrados, uno de los cuales murió al ser repelido; el otro, fue capturado en
la vela de Ruiz Blandón, quien era originario de San Nicolás de Oriente (hoy
municipio de Estelí), donde fue enterrado. Se dice que los saboteadores querían
disparar morteros desde el Fortín de Acosasco hacia la ciudad de León. Ruiz
Blandón dirigió el entrenamiento, que finalizó con una maniobra, cuando se estaba
considerando enviar a la Batería a
combatir en el Porvenir, Jalapa.
Enrique Romero “Cerro Negro” (segundo y último jefe; al que todos
llamábamos simplemente el Jefe, o como le gustaba decir a Yader
Silva: el Juliet Mayor), Santos Antonio Rosales Herrera “Tigre
Guerrero” (jefe del primer pelotón), Reynaldo Montoya Larios “la Vieja Pancha”,
Santeliz, Marvin Antonio Catín (Catismith), Juan Meza Rojas
“Butaco”, Fabio Marcial Pineda Pérez “Chibolón” (jefe del segundo pelotón),
Mauricio Medina Meza “Llanta Ponchada” (jefe del tercer pelotón) y Denis
Munguía “Manduco” (jefe de la escuadra de exploración). Romero dirigió a la Batería desde el 17 de julio de 1983,
cuando se aplicó el plan de aviso para la movilización hacia la frontera norte,
que entonces era el principal escenario de la guerra contrarrevolucionaria.
Los conductores, también soldados permanentes, eran: Francisco Carvajal,
Domingo Carvajal, “Mechón Blanco”, Juan “Chiquito”, Juan Pablo Carvajal,
“Marracutín”, César Centeno y Luis Manuel Manzanares.
Los reservistas voluntarios éramos, en mayo de
1983, los siguientes: Xavier Lara Toruño (Jefe Político), Denis Hernández
(Cabito), Marcelo Pereira, Armando Centeno, Santiago Espinales “Chago
Reservista”, Yader Francisco Silva Trujillo “el
Genocida” (q.e.p.d.), Mario Silva Novoa, Jairo Paiz, Mario Gutiérrez
“Hijodepueta”, Marcio Montoya, Hugo Berríos Calderón (q.e.p.d.), Álvaro Jarquín
Romero “Guanacaste”, Gerson Bonilla Medina, Israel Baquedano Meléndez, Francisco Quiñónez, Abraham
Hernández, Gerardo Mendoza (Managua), Wilmer Gómez Acuña “Chibola”, Luis Sánchez Rubí, Mercedes
Alvarado, José Miguel Amaya Carmona “el Palestino”, Pedro Esquivel
"Pedrín", Eugenio Castillo Altamirano (Chichín), Pedro Urbina “la
Hiena”, César Pizarro Martínez, Reynerio Rivera Herrera “Puchín”, Noel
Valle “el Flaco Valle”, “el Perro” Morales, Patricio González,
Ursus, José Antonio Villegas “Pescado Lucio”, Rafael Lindo, Ramiro Munguía “Condorito”, Julio Rojas “Nemátodo Loco”, Pacheco, Harold
Flores Montoya y su hermano Álvaro Flores Montoya (el Llorón, quien era como tres meses
menor que yo, más bajo y aparentaba más edad que yo), Juan Carlos López
Escalante “el Sargento”, Francisco Cisneros “Pucho de Pelo” y yo, Edén Lenin Fisher
Chavarría.
La Batería fue clave para
derrotar y expulsar a la contrarrevolución en el sector de la aduana terrestre
del Espino, en el departamento de Madriz, fronterizo con Honduras, entre el 18
y 21 de septiembre de 1983. Según Miguel Amaya Carmona, fue el propio capitán
Laureano Mairena, jefe de las Tropas Guardafronteras (TGF), en las Segovias, quien
llegó al cementerio de Somoto, a darle la orden a Enrique Romero para que la Batería se dirigiese a reforzar a las
tropas del EPS y las milicias, en la aduana del Espino, tomada por unos 500
contrarrevolucionarios, cuyo cabecilla era un tal “Santiago”, el cual fue
abatido por un miliciano del lugar. Agresión desde Honduras, acompañada de una
emboscada de contención en la carretera Somoto-el Espino.
La Batería también reforzó al
batallón 40-14, de León, el 22 de diciembre de 1983, cuando sufrió alrededor de
20 bajas efectivas, en el cerro la Pedregosa, entre Mozonte y San Fernando,
Nueva Segovia [el primer combate, en Nicaragua, donde se usaron las baterías
radiactivas BM-21 o Katiuskas, según Carlos Fonseca Terán, en el prólogo del
libro Antisistémico (2006), que alcanzaron a una tropa de unos
mil contrarrevolucionarios, acampados en el cerro el Mogotón, el pico más alto
del país].
Asimismo, la batería de morteros dirigida por Romero fue decisiva en un
combate en el sector de Murra y Quilalí, en enero de 1984, en el que se apoyó a
un Batallón de Destino Múltiple y durante el cual, la escuadra de exploración
(que siempre estaba en la primera línea de fuego de la infantería), pudo ver
con asombro un arma nueva: el lanzagranadas AGS-17, más conocido como “la Araña”,
debido a que su trípode le daba un aspecto de arácnido.
El primer jefe Ruiz Blandón era de piel blanca, muy serio, tenía el aspecto típico de un militar, porte atlético y técnicamente capacitado. En cambio, nuestro segundo jefe, Romero, era piel oscura, moreno diríamos, pelo crespo, gordito, barriga notoria, un poco desgarbado, campechano y de fácil sonrisa. Podría decirse que Romero era la antítesis del estereotipo físico del militar. Ambos jefes tenían el grado de teniente. Eran dos personalidades distintas. Sin embargo, Romero era firme a la hora de sancionar a los indisciplinados, como cuando le ordenó a su primero y segundo exploradores hacer un refugio tipo “L”, por haber disparado sus fusiles AK-47, una mañana, sin ninguna justificación. Faltas de adolescentes y jóvenes, voluntarios defendiendo la Revolución, un tanto indisciplinados.
Enrique Romero, al que, por supuesto, ninguno de sus subordinados nos
atrevíamos a llamarle Cerro Negro, según recuerdo tenía un nivel
escolar de primaria y poseía una capacidad natural para dirigir el fuego de
artillería, con los morteros de 120mm. Romero tenía un don especial para
calcular rápida y efectivamente los disparos; siempre necesitó únicamente tres
disparos para finalizar la triangulación, excepto en una ocasión, en que hizo
cuatro disparos, antes de ordenar el fuego artillero en salva, que todo el
tiempo fue exacto y provocó la retirada de la contrarrevolución, a la segunda o
tercera salva. Incluso, en una ocasión, solamente con dos disparos dio en el
blanco y después ordenó la salva.
Lamentablemente Enrique Romero murió en el año 2017, de causa natural,
relacionada con enfermedades crónicas. La última vez que lo vi fue en los
primeros días de diciembre de 1999. Una noche tomé un taxi, para que me llevara
del sector del campo Victoria hasta Sutiaba. Mi gran sorpresa fue que el
conductor del taxi era mi ex-jefe de batería de morteros de 120mm. Romero se
alegró de verme, se puso nostálgico recordando a los miembros de la batería de
morteros y le gustó mucho que una gran parte continuamos estudiando. Me
dijo: yo siempre le hablaba orgulloso a mis compañeros del Ejército,
sobre la gran calidad de la batería de morteros de 120mm., de cómo eran esos
muchachos que la conformaban. Esos muchachos eran lo máximo, les contaba. A
mí, esas palabras me sonaron como un gran reconocimiento personal y colectivo,
casi como una medalla de oro. Eran palabras del propio Jefe.
Y me recordó cuando, como miembro de la escuadra de exploración,
vigilando en pleno sol del mediodía, detecté con el goniómetro, que bajaban
tres contrarrevolucionarios desde un alto cerro hondureño, a la izquierda de la
aduana del Espino, buscando como emplazar una pieza de mortero, para dispararle
a nuestra batería. Por supuesto que, el Jefe, Romero, Cerro
Negro, el Juliet Mayor reaccionó, ordenó triangular y con
dos salvas neutralizó el intento enemigo.
Antes de bajarme del taxi, platicamos un rato más. Me despedí con mucho
respeto, admiración y nostalgia. Le di la mano, le dije lo mucho que me
alegraba haberlo visto otra vez, que se cuidara y me saludara a todos los
compañeros ex-miembros de la batería de morteros de 120mm. Me dejó en la
rotonda de San Mateo, enfrente de la casa de mi papá y se fue, alegre,
sonriente, en su taxi.
Dedico este pequeño escrito a la memoria de Enrique Romero, un hombre
leal a la Revolución Popular Sandinista, que fue uno de los héroes que la
defendió.
Nota: Yader Francisco Silva Trujillo falleció en el mes de febrero
del año 2008. Hugo Berríos Calderón murió el 24 de septiembre de 2009. Enrique
Romero falleció en el año 2017.
Managua,
Nicaragua, 5 de agosto de 2022
Escritos de
Lenin Fisher: reflexiones sobre la vida e historia de Nicaragua.
leninfisherblogspot.com
https://leninfisher.blogspot.com/2022/08/enrique-romero-cerro-negro-gran-jefe.html
Referencias
Fisher,
L. Chavalos de la revolución y otros ensayos. Universitaria. León, Nicaragua.
2011: 254
https://es.scribd.com/document/381098908/Chavalos-De-La-Revolucion-y-Otros-Ensayos-Lenin-Fisher-pdf
https://dokumen.tips/amp/documents/chavalos-de-la-revolucion-y-otros-ensayos.html
https://juanjose63.files.wordpress.com/2015/03/chavalos-de-la-revolucion.pdf
Fisher, L. Antisistémico. Universitaria. León, Nicaragua. 2006: 224
https://docplayer.es/24962074-Antisistemico-lenin-fisher.html
https://kipdf.com/antisistemico-lenin-fisher_5ac28be71723ddf463340561.html