viernes, 5 de agosto de 2022

ENRIQUE ROMERO (CERRO NEGRO): GRAN JEFE ARTILLERO

 

Enrique Romero (Cerro Negro): gran jefe artillero

 

Lenin Fisher


Enrique Romero (Cerro Negro) (q.e.p.d.), fue un miembro del Ejército Popular Sandinista (EPS), que llegó a ser oficial y se desempeñó como jefe de la batería de morteros de 120mm., dentro de las unidades de artillería que pertenecían a la reserva del alto mando de la segunda región militar, conformada por los departamentos de León y Chinandega. La mayor parte de la información contenida en este escrito ya fue publicada en el libro Chavalos de la Revolución y otros ensayos (2011).

Dicha unidad estaba formada por soldados permanentes del Ejército Popular Sandinista y reservistas voluntarios (estudiantes, obreros y campesinos). Yo estaba estudiando el primer año de secundaria en el Instituto Vocacional Manuel Ignacio Lacayo. Nos entrenamos durante los primeros 15 días de mayo de 1983 en las áridas tierras del Papalonal, Malpaisillo (en las cercanías del volcán Momotombo), León; estando nuestro campamento en un lugar llamado San Mauricio. Los reservistas voluntarios sintetizaban la unidad obrero-campesina-estudiantil, en días en que la unidad del pueblo y el Ejército eran la garantía de la victoria, como decía una consigna. Los jóvenes estudiantes provenían del Instituto Vocacional Manuel Ignacio Lacayo, de La Salle y del barrio Villa 23 de Julio.

Las principales misiones combativas de dicha unidad militar (cuyo número o código no he podido recordar) fueron cumplidas desde el 17 de julio de 1983 hasta el 25 de enero de 1984, en Las Segovias (departamentos de Madriz, Estelí y Nueva Segovia), enfrentando a la contrarrevolución somocista, apoyada por Estados Unidos. Fueron casi siete meses de experiencia militar, desde el entrenamiento inicial hasta la desmovilización.

La batería de morteros de 120mm., cumplió dos misiones combativas como fuerzas de infantería. La primera, en los Ranchos, municipio de Palacagüina. El propio 19 de julio de 1983. La contrarrevolución había emboscado a una camioneta de transporte civil. Recibimos la orden a las 12 del día y cuando la escuadra de exploración salió, en un camión IFA, escuchamos la parte final del acto del IV aniversario de la Revolución Sandinista, celebrado en León, y las notas del himno del FSLN. El combate duró entre cinco y seis horas. Al final recibimos refuerzos de parte de una compañía de los incipientes batallones de destino múltiple.

 

La segunda misión fue la persecución de fuerzas contrarrevolucionarias en la comarca el Regadío, municipio de San Juan de Limay, Estelí, durante 15 días, en el mes de agosto de 1983. El enemigo evadió el combate y no cayó en las emboscadas que se le prepararon, en el territorio donde pocos días antes, el batallón de reserva 25-90, de Chichigalpa, había sufrido varias bajas. En esta misión yo no participé por estar enfermo de malaria y me dejaron en la base militar de Condega para cumplir el tratamiento.

Gracias a la aguda memoria y a los apuntes del doctor Xavier Lara Toruño, médico, especialista en cirugía, puedo reconstruir la estructura de lo que nosotros llamábamos simplemente la Batería.

Los miembros permanentes del E.P.S., eran: Alfonso Ruiz Blandón (primer jefe, muerto en junio de 1983; en el Fortín de Acosasco, en un frustrado intento de sabotaje cometido por dos infiltrados, uno de los cuales murió al ser repelido; el otro, fue capturado en la vela de Ruiz Blandón, quien era originario de San Nicolás de Oriente (hoy municipio de Estelí), donde fue enterrado. Se dice que los saboteadores querían disparar morteros desde el Fortín de Acosasco hacia la ciudad de León. Ruiz Blandón dirigió el entrenamiento, que finalizó con una maniobra, cuando se estaba considerando enviar a la Batería a combatir en el Porvenir, Jalapa.

Enrique Romero “Cerro Negro” (segundo y último jefe; al que todos llamábamos simplemente el Jefe, o como le gustaba decir a Yader Silva: el Juliet Mayor), Santos Antonio Rosales Herrera “Tigre Guerrero” (jefe del primer pelotón), Reynaldo Montoya Larios “la Vieja Pancha”, Santeliz, Marvin Antonio Catín (Catismith), Juan  Meza Rojas “Butaco”, Fabio Marcial Pineda Pérez “Chibolón” (jefe del segundo pelotón), Mauricio Medina Meza “Llanta Ponchada” (jefe del tercer pelotón) y Denis Munguía “Manduco” (jefe de la escuadra de exploración). Romero dirigió a la Batería desde el 17 de julio de 1983, cuando se aplicó el plan de aviso para la movilización hacia la frontera norte, que entonces era el principal escenario de la guerra contrarrevolucionaria.

Los conductores, también soldados permanentes, eran: Francisco Carvajal, Domingo Carvajal, “Mechón Blanco”, Juan “Chiquito”, Juan Pablo Carvajal, “Marracutín”, César Centeno y Luis Manuel Manzanares.

Los reservistas voluntarios éramos, en mayo de 1983, los siguientes: Xavier Lara Toruño (Jefe Político), Denis Hernández (Cabito), Marcelo Pereira, Armando Centeno, Santiago Espinales “Chago Reservista”, Yader Francisco Silva Trujillo “el Genocida” (q.e.p.d.), Mario Silva Novoa, Jairo Paiz, Mario Gutiérrez “Hijodepueta”, Marcio Montoya, Hugo Berríos Calderón (q.e.p.d.), Álvaro Jarquín Romero “Guanacaste”, Gerson Bonilla Medina, Israel Baquedano Meléndez, Francisco Quiñónez, Abraham Hernández, Gerardo Mendoza (Managua), Wilmer Gómez Acuña “Chibola”, Luis Sánchez Rubí, Mercedes Alvarado, José Miguel Amaya Carmona “el Palestino”, Pedro Esquivel "Pedrín", Eugenio Castillo Altamirano (Chichín), Pedro Urbina “la Hiena”, César Pizarro Martínez, Reynerio  Rivera Herrera “Puchín”, Noel Valle “el Flaco Valle”, “el Perro” Morales,  Patricio González, Ursus, José Antonio Villegas “Pescado Lucio”, Rafael Lindo, Ramiro Munguía “Condorito”, Julio Rojas “Nemátodo Loco”, Pacheco, Harold Flores Montoya y su hermano Álvaro Flores Montoya (el Llorón, quien era como tres meses menor que yo, más bajo y aparentaba más edad que yo), Juan Carlos López Escalante “el Sargento”, Francisco Cisneros “Pucho de Pelo” y yo, Edén Lenin Fisher Chavarría.

La Batería fue clave para derrotar y expulsar a la contrarrevolución en el sector de la aduana terrestre del Espino, en el departamento de Madriz, fronterizo con Honduras, entre el 18 y 21 de septiembre de 1983. Según Miguel Amaya Carmona, fue el propio capitán Laureano Mairena, jefe de las Tropas Guardafronteras (TGF), en las Segovias, quien llegó al cementerio de Somoto, a darle la orden a Enrique Romero para que la Batería se dirigiese a reforzar a las tropas del EPS y las milicias, en la aduana del Espino, tomada por unos 500 contrarrevolucionarios, cuyo cabecilla era un tal “Santiago”, el cual fue abatido por un miliciano del lugar. Agresión desde Honduras, acompañada de una emboscada de contención en la carretera Somoto-el Espino.

La Batería también reforzó al batallón 40-14, de León, el 22 de diciembre de 1983, cuando sufrió alrededor de 20 bajas efectivas, en el cerro la Pedregosa, entre Mozonte y San Fernando, Nueva Segovia [el primer combate, en Nicaragua, donde se usaron las baterías radiactivas BM-21 o Katiuskas, según Carlos Fonseca Terán, en el prólogo del libro Antisistémico (2006), que alcanzaron a una tropa de unos mil contrarrevolucionarios, acampados en el cerro el Mogotón, el pico más alto del país].

Asimismo, la batería de morteros dirigida por Romero fue decisiva en un combate en el sector de Murra y Quilalí, en enero de 1984, en el que se apoyó a un Batallón de Destino Múltiple y durante el cual, la escuadra de exploración (que siempre estaba en la primera línea de fuego de la infantería), pudo ver con asombro un arma nueva: el lanzagranadas AGS-17, más conocido como “la Araña”, debido a que su trípode le daba un aspecto de arácnido.

El primer jefe Ruiz Blandón era de piel blanca, muy serio, tenía el aspecto típico de un militar, porte atlético y técnicamente capacitado. En cambio, nuestro segundo jefe, Romero, era piel oscura, moreno diríamos, pelo crespo, gordito, barriga notoria, un poco desgarbado, campechano y de fácil sonrisa. Podría decirse que Romero era la antítesis del estereotipo físico del militar. Ambos jefes tenían el grado de teniente. Eran dos personalidades distintas. Sin embargo, Romero era firme a la hora de sancionar a los indisciplinados, como cuando le ordenó a su primero y segundo exploradores hacer un refugio tipo “L”, por haber disparado sus fusiles AK-47, una mañana, sin ninguna justificación. Faltas de adolescentes y jóvenes, voluntarios defendiendo la Revolución, un tanto indisciplinados.

Enrique Romero, al que, por supuesto, ninguno de sus subordinados nos atrevíamos a llamarle Cerro Negro, según recuerdo tenía un nivel escolar de primaria y poseía una capacidad natural para dirigir el fuego de artillería, con los morteros de 120mm. Romero tenía un don especial para calcular rápida y efectivamente los disparos; siempre necesitó únicamente tres disparos para finalizar la triangulación, excepto en una ocasión, en que hizo cuatro disparos, antes de ordenar el fuego artillero en salva, que todo el tiempo fue exacto y provocó la retirada de la contrarrevolución, a la segunda o tercera salva. Incluso, en una ocasión, solamente con dos disparos dio en el blanco y después ordenó la salva.

Lamentablemente Enrique Romero murió en el año 2017, de causa natural, relacionada con enfermedades crónicas. La última vez que lo vi fue en los primeros días de diciembre de 1999. Una noche tomé un taxi, para que me llevara del sector del campo Victoria hasta Sutiaba. Mi gran sorpresa fue que el conductor del taxi era mi ex-jefe de batería de morteros de 120mm. Romero se alegró de verme, se puso nostálgico recordando a los miembros de la batería de morteros y le gustó mucho que una gran parte continuamos estudiando. Me dijo: yo siempre le hablaba orgulloso a mis compañeros del Ejército, sobre la gran calidad de la batería de morteros de 120mm., de cómo eran esos muchachos que la conformaban. Esos muchachos eran lo máximo, les contaba. A mí, esas palabras me sonaron como un gran reconocimiento personal y colectivo, casi como una medalla de oro. Eran palabras del propio Jefe.

Y me recordó cuando, como miembro de la escuadra de exploración, vigilando en pleno sol del mediodía, detecté con el goniómetro, que bajaban tres contrarrevolucionarios desde un alto cerro hondureño, a la izquierda de la aduana del Espino, buscando como emplazar una pieza de mortero, para dispararle a nuestra batería. Por supuesto que, el Jefe, Romero, Cerro Negroel Juliet Mayor reaccionó, ordenó triangular y con dos salvas neutralizó el intento enemigo.

Antes de bajarme del taxi, platicamos un rato más. Me despedí con mucho respeto, admiración y nostalgia. Le di la mano, le dije lo mucho que me alegraba haberlo visto otra vez, que se cuidara y me saludara a todos los compañeros ex-miembros de la batería de morteros de 120mm. Me dejó en la rotonda de San Mateo, enfrente de la casa de mi papá y se fue, alegre, sonriente, en su taxi.

Dedico este pequeño escrito a la memoria de Enrique Romero, un hombre leal a la Revolución Popular Sandinista, que fue uno de los héroes que la defendió.

 

Nota: Yader Francisco Silva Trujillo falleció en el mes de febrero del año 2008. Hugo Berríos Calderón murió el 24 de septiembre de 2009. Enrique Romero falleció en el año 2017.

 

Managua, Nicaragua, 5 de agosto de 2022

Escritos de Lenin Fisher: reflexiones sobre la vida e historia de Nicaragua.

leninfisherblogspot.com

https://leninfisher.blogspot.com/2022/08/enrique-romero-cerro-negro-gran-jefe.html               

 

Referencias

 

Fisher, L. Chavalos de la revolución y otros ensayos. Universitaria. León, Nicaragua. 2011: 254

https://es.scribd.com/document/381098908/Chavalos-De-La-Revolucion-y-Otros-Ensayos-Lenin-Fisher-pdf

https://dokumen.tips/amp/documents/chavalos-de-la-revolucion-y-otros-ensayos.html

https://juanjose63.files.wordpress.com/2015/03/chavalos-de-la-revolucion.pdf

 

Fisher, L. Antisistémico. Universitaria. León, Nicaragua. 2006: 224

https://docplayer.es/24962074-Antisistemico-lenin-fisher.html

https://kipdf.com/antisistemico-lenin-fisher_5ac28be71723ddf463340561.html