Luis Fisher y la importancia de la filosofía para un
obrero militante
Lenin Fisher
La filosofía es
el estudio de los problemas generales. Esa era la definición de filosofía, que
le gustaba decir a Luis Fisher Pérez, mi padre. Era amante de la filosofía;
pero no de cualquier filosofía, sino más bien, de la que servía para
transformar a la realidad, y no
solamente para contemplarla; es decir, que era partidario del materialismo
dialéctico e histórico, o sea, del marxismo. Eso lo hacía un obrero a carta
cabal, con una militancia revolucionaria comprometida, que fusionaba teoría y
práctica. Un obrero que creía en el socialismo.
El recomendaba
estudiar el libro Principios elementales de filosofía, de Georges Politzer,
escrito por Maurice Le Goas, basado en las notas que este último tomó durante
los cursos impartidos por Politzer en la Universidad Obrera, entre 1935 y 1936,
en París. La Universidad Obrera fue disuelta en 1939 y Politzer fue asesinado,
al igual que otros profesores, por los ocupantes nazis, a causa de su valerosa
actuación en la resistencia francesa.
Mi padre se
alegró cuando supo que mi hermano Malcolm y yo estudiaríamos filosofía en el
primer año de la carrera de medicina, en esta Alma Mater, en 1987. Nos dio un
viejo ejemplar de los Principios elementales de filosofía, el cual nos fue muy
útil y lamentablemente se nos extravió, algún tiempo después. En 2012, tras
muchas búsquedas en bibliotecas e internet, logré encontrar una versión digital
del libro de Politzer y Le Goas. Para Luis Fisher esa fue una gran noticia. Y
cuando lo imprimí y se lo obsequié, se alegró. Reponerle ese libro era una
deuda pendiente.
Casi todo lo que
se puede decir de Luis Fisher Pérez está escrito en su testimonio
autobiográfico titulado: Mi vida, mi revolución, que lleva por subtítulo: La
vida de un obrero llamado Luis Fisher, que consta de 111 páginas y fue
publicado por editorial Universitaria de la UNAN-León, en 2010. Para mí fue un
honor haber entrevistado a mi padre, transcribir las entrevistas y luego editar
el libro. Algunos meses atrás, mi hermano Malcolm me dijo que haber logrado
publicar el testimonio biográfico de nuestro padre había sido una labor de gran
importancia. Y yo pienso que, ésta será mayor a medida que el tiempo pase.
Recuerdo que en 2003 el compañero Osejo, que trabajaba en el área de
computación en la casa departamental del FSLN en León, me sugirió que
escribiera el testimonio de lucha de mi padre. Le pregunté que si lo
consideraba importante y él me respondió que era necesario recopilar el
testimonio valioso de esa generación de luchadores. Labor que comencé a
realizar alrededor de cinco o seis años después.
La versión
digital de Mi vida, mi revolución, se puede encontrar en sitios web como slideshare.net; es.scribd; buenas tareas y
iohanet.org. Este último es la página digital de la International Oral History Association (IOHA), o Asociación
Internacional de Historia Oral (AIHO). En la sección De la palabra a la página,
Ileana Gadea Rivas, miembro de la Asociación Nicaragüense de Historia Oral, señala
que Luis Fisher elabora “…un registro oral y
escrito muy valioso por los datos que reúne (el origen del himno sandinista
Luchar y Vencer, los movimientos revolucionarios que antecedieron la formación
del FSLN.” (Fin de cita). Además, apunta que: “La masacre estudiantil de 1959,
perpetrada por la Guardia Nacional, lo impacta profundamente. Desde su
experiencia como obrero, se identifica con los estudiantes universitarios y de
la reflexión pasa a la lucha armada.” (Fin de cita).
El
autor de la letra del primer himno del FSLN, Luchar y Vencer, fue Modesto Duarte,
quien fue motivado por Bayardo Altamirano cuando le dijo: vos Modesto que sos
medio “pueta”, escribí la letra. El cubano Faustino Pérez, quien era el
contacto con los guerrilleros nicaragüenses, llevó la letra al pianista cubano
de apellido Santiestebán, agregándole música y voces. Así surgió el primer
himno del FSLN. El ingeniero Bayardo Altamirano corrobora lo señalado por
Fisher. Luchar y Vencer no fue heredado de las guerrillas de Alonso Leclair,
como ha señalado, equivocadamente, el general Humberto Ortega Saavedra, en las
dos ediciones de La epopeya de la insurrección.
En el artículo de opinión titulado
Luis Fisher: padre y madre, publicado en El Nuevo Diario, el 31 de mayo del año
pasado, señalé que: “La preparación política, ideológica y militar recibida en
Cuba, así como haber conocido al núcleo intelectual fundador del FSLN,
contribuyeron a elevar su nivel cultural, estimular su amor por la buena
lectura, cultivar su espíritu autodidacta y su gran capacidad de análisis
crítico de la realidad.” (Fin de cita). Debo
agregar que varias veces me dijo: las materias que más me gustaban en la
escuela eran historia y geografía. Y en Cuba estudió mucha historia general e
historia militar. Siempre le dije que para él fue un privilegio y un honor
haber estado en contacto con Carlos Fonseca, Silvio Mayorga y Tomás Borge.
Todos esos factores fueron determinantes para su sólida formación
político-ideológica, puesta a prueba en diferentes contextos socio-políticos.
En la
versión digital de El Nuevo Diario, al final del mencionado escrito, la
profesora y amiga, María Mercedes Betanco Montalván escribió el siguiente
comentario: “Un
hombre con una gran calidad humana, heredándole esta cualidad, tan valiosa, a
sus hijos.” Y el poeta Mario Urtecho
apuntó, en una oración admirativa: “¡Hermosa trayectoria de un ser
humano de calidad!”
Luis
Fisher cumplió la misión de iniciar, en abril de 1962, la primera escuela de
entrenamiento político-militar del FSLN, dentro del país, en Casa Colorada,
Managua, bajo las órdenes directas del comandante Carlos Fonseca. No hay que
perder de vista que todo lo afirmado en Mi vida, mi revolución, puede ser
comprobado en La paciente impaciencia, de Tomás Borge; en Voy a dar un
pormenor, de Bayardo Altamirano; en Memorias de la lucha sandinista, de Mónica
Baltodano; en Entre Sandino y Fonseca, de Chuno Blandón; y en el testimonio
viviente de Edén Pastora (comandante Cero) y Francisco Ramírez (Camilo).
Por otra parte, la muerte del
comandante Tomás Borge le afectó mucho. Después de leerle, como acostumbraba
hacerlo cuando lo visitaba en su casa, el artículo que escribí en homenaje a
Borge Martínez, publicado en El Nuevo Diario, el 2 de mayo de 2012, con el
título Si Tomás muere… Luis Fisher me dijo: Gracias por haber escrito en honor
a Tomás. Me felicitó cuando escribí, el 7 de marzo de 2013, Hugo Chávez:
siempre hasta la victoria; porque la muerte del gran líder venezolano,
latinoamericano y tercermundista fue otro duro golpe para Luis Fisher. La
muerte de su padre, Malcolm Fisher, que vivía en Estados Unidos; la muerte de un
gran amigo como Tomás; o bien, la de Chávez, gran líder mundial, le causaron un
tremendo dolor.
Luis Fisher murió de muerte natural. Los filósofos griegos fueron los
primeros en establecer el concepto de naturaleza, hace más de 2500 años. Para
ellos la naturaleza era la physis y
como la estudiaban fueron llamados fisiólogos. Este concepto fue un gran salto
en el pensamiento de la humanidad, el cual resultó fundamental para los médicos
de la Grecia antigua, que también eran filósofos, para poder determinar que la
enfermedad era un fenómeno natural, o sea, parte misma de la naturaleza; y que
por lo tanto, no era ningún castigo o maldición de alguna deidad. Así, la
humanidad superó la herencia del homo
sapiens neardenthalensis, a quien los antropólogos atribuyen el inicio del
culto a los seres humanos muertos. La medicina científica permitió que mi padre
sobreviviera prácticamente 10 años a una enfermedad; pero, apareció otra,
cuando ya tenía 76 años.
La filosofía permite interpretar
todo lo existente en el universo, la naturaleza, la sociedad y el hombre,
incluyendo por supuesto, la vida y la muerte. La filosofía estudia los
problemas generales y los menos generales son estudiados por la ciencia. La
filosofía es una extensión de las ciencias, porque depende y se nutre de ellas.
He aquí, otro salto cualitativo del pensamiento humano, logrado a mediados del
siglo XIX, por dos científicos alemanes: Carlos Marx y Federico Engels, líderes
del movimiento obrero internacional, a propósito de que Luis Fisher era un
obrero revolucionario. Todo nace, crece, se desarrolla y muere.
Stephen Hawking, el ilustre
astrofísico inglés, de la Universidad de Oxford, escribió en uno de sus libros
que la filosofía había muerto. Cuando yo leí eso, lo contradije inmediatamente
al conversar con el colega que me prestó el libro. La ciencia ha permitido
entender el universo; pero tal avance tiene una interpretación general o
filosófica. Esto fue motivo de una larga
e interesante conversación con mi padre, en su casa de habitación, durante una
mañana. El genio Hawking ha criticado que algunos seres humanos están
preocupados por viajar a Marte; pero la mayoría estamos preocupados por poder,
aunque sea, ir al cine, a un restaurante o a recrearnos y divertirnos. Esta
verdad verdadera, como dice el valiente presidente venezolano Nicolás Maduro,
requiere y tiene una respuesta filosófica, basada en las ciencias económicas,
sociales y políticas, que holgadamente pueden demostrar la asquerosa inequidad
de la distribución de la riqueza en el mundo entero, resultado del capitalismo.
Ante tal inequidad e injusticia
social del capitalismo y del imperialismo, Luis Fisher siempre estuvo
firmemente en contra, como un buen obrero revolucionario. Por eso fue siempre fiel
al FSLN, antes del triunfo del 19 de julio, durante la Revolución Popular
Sandinista, en medio de los difíciles días de la contrarreforma neoliberal y
después del triunfo electoral en noviembre de 2006. Siempre votó por el Frente
Sandinista de Liberación Nacional, sin ambages, en todas las elecciones en que
pudo participar. Sabía que, en tiempos de paz, el arma de los revolucionarios
sandinistas, de los hombres de izquierda en Nicaragua, eran los votos. Y que la
única opción para los obreros y campesinos nicaragüenses era el FSLN. Lo decía
un hombre que había tenido la experiencia práctica de haber defendido a dos
revoluciones: la cubana y la nicaragüense, en el cordón de La Habana y en las
montañas del Escambray; en las Segovias y en la Región Autónoma del Atlántico
Sur, respectivamente.
¿Cuál tercera vía?... preguntaba a
veces Luis Fisher. Si la tercera vía en Nicaragua surgió con el FSLN, ante las
paralelas históricas, se respondía casi inmediatamente. Lo antes dicho,
inevitablemente me recuerda el libro La perpendicular histórica, escrito por el
compañero Carlos Fonseca Terán y publicado en 2011, en el que sostiene que el
sandinismo es la corriente política alternativa, que significó el derrumbe de
las paralelas históricas.
Se siempre puntual (algo que no
siempre cumplo), no tengás deudas y hacé las cosas cuando las tengás que hacer
porque después no sabés si las vas a poder hacer. Fueron tres máximas que me
enseñó Luis Fisher. Si se quiere, la última es una variante del popular refrán:
no dejes para mañana, lo que puedes hacer hoy. Pero sin duda, las tres reglas
son de alto valor teórico y práctico; en consecuencia, con un trasfondo
filosófico; con implicancias en lo individual, lo familiar, comunitario y
colectivo. Luis Fisher era puntual, pagaba siempre todas sus deudas y no le
gustaba dejar cosas pendientes, ni perder el tiempo. Asimismo, nos enseñó a ser
honrados, a valernos por nosotros mismos, por nuestro trabajo; a ganarnos las
cosas por nuestro esfuerzo; a hacer las cosas bien; a vencer las dificultades;
a no estar dependiendo de los “conectes”; a no ser aduladores; a saber
reconocer las buenas cosas en los demás; y a ser coherentes y congruentes en el
pensamiento y la acción.
Ante su gran debilidad, el alcoholismo, siempre luchó; reconoció el
importante papel de los grupos de Alcohólicos Anónimos, que le ayudaron mucho.
Y es que ese tipo de psicoterapia colectiva funciona, por lo que no debe ser
olvidada, sobre todo cuando León y la RAAN ostentan, según los toxicólogos, el
primer lugar en el consumo de alcohol, en Nicaragua, y compiten con cualquier
ciudad del planeta, que se jacte de altas tasas de alcoholismo, o sea, mayores
del 30%. Siempre buscó alejar a sus hijos del alcoholismo (droga lícita) y de
las demás drogas (ilícitas).
Una vez, en 2012, me dijo que el título
de Antisistémico, de mi segundo libro, publicado seis años antes, estaba bien
puesto, porque todos los ensayos realmente tenían un mensaje anti-sistémico, es
decir, en contra del sistema capitalista y del imperialismo. Quizá, ese ha sido
el mejor elogio que he recibido para uno de mis libros. Siempre le gustó que
escribiera. En otra ocasión, me dijo: quién iba decir que aquel chavalito, mi
hijo menor, me traería sus libros escritos por él mismo, cada cierto tiempo, a
mi casa, para mostrármelos y regalármelos. Sin embargo, Luis Fisher Pérez, mi
padre, un obrero, ha sido quien me llevó a poder disertar en el Paraninfo de
esta bi-centenaria Alma Mater, recinto de la ciencia, con motivo de la
presentación de su libro Mi vida, mi revolución. Ahora, al cumplir un año de
fallecido, el obrero electricista que optó por la lucha armada ante una
horrorosa masacre estudiantil, me trae al legendario Auditorio Ruiz-Ayestas, testigo
de las heroicas luchas de los estudiantes universitarios de Nicaragua y el cual
podría considerarse como el auditorio de la Primera Capital de la Revolución.
Alguna vez, en este magno auditorio,
pronuncié breves palabras, como dirigente de la Asociación de Estudiantes de
Medicina, entre 1990-1991, cuando comenzamos la resistencia estudiantil ante el
neoliberalismo. En este auditorio fue mi promoción de egresados de la Facultad
Preparatoria, en 1986. Luis Fisher Pérez inculcó a sus hijos el respeto a los
Héroes y Mártires de la Revolución. Hoy quiero aprovechar, en este acto en
homenaje a Luis Fisher Pérez, para solicitar a los dirigentes del FSLN en León
y a las autoridades de la UNAN-León, su respaldo para que los compañeros
egresados de la Facultad Preparatoria podamos construir un monumento en honor a
los 30 Héroes y Mártires de la Facultad Preparatoria, nuestros compañeros de
estudio, caídos defendiendo la Revolución Sandinista, entre 1980 y 1990.
Monumento del cual ya tenemos el diseño digital y estamos elaborando el
presupuesto.
He tratado, pues, de explicarles
como la filosofía revolucionaria fue decisiva en la formación de Luis Fisher
para convertirlo en un obrero revolucionario, bajo todas las circunstancias,
sin dobleces, de manera desinteresada; lo cual le permitió estar todo el tiempo
-en la guerra y en la paz, en la clandestinidad, la prisión o la libertad, en
la oposición y en el poder desde la base-, al lado del único partido político
revolucionario de Nicaragua: el FSLN. Filosofía que le permitió entender que éste
no era un partido revolucionario perfecto y que el proceso revolucionario
tampoco lo era. No obstante, supo que como parte del mismo proceso dialéctico,
el FSLN era capaz de superarse, corregir sus errores, vencer sus debilidades y
hacer las cosas cada vez mejor por el bienestar y la felicidad de todos los
nicaragüenses.
¡Viva la
Revolución Sandinista! ¡Viva el FSLN!
Muchas gracias.
Managua,
Nicaragua, 28 y 29 de mayo de 2014
Discurso
pronunciado en el auditorio Ruiz-Ayestas de la Universidad Nacional Autónoma de
Nicaragua (UNAN-León), el jueves 29 de mayo de 2014, en el acto de
conmemoración del primer aniversario del fallecimiento del compañero Luis
Fisher Pérez. Presidieron dicho acto: la Vice-Rectora de la UNAN-León, Flor de
María Valle; el compañero Everth
Delgadillo, Secretario Departamental del FSLN en León; y el compañero Rafael
Mairena.