Chalecos amarillos sin un partido revolucionario
Lenin Fisher
Los Chalecos amarillos han debutado en Francia, desde
octubre del año 2018, como movimiento social que protesta contra las políticas
del capitalismo neoliberal.
La privatización de la educación y de la salud, la
disminución del poder adquisitivo, la falta de viviendas, las amenazas sobre
los beneficios de la seguridad social, el congelamiento de los salarios, el
mínimo salario mínimo, la carga impositiva sobre las grandes masas de
trabajadores, el desempleo, la precariedad laboral, la falta de democracia
real, la corrupción empresarial, bancaria y de los políticos tradicionales, la
pérdida de soberanía nacional ante la Unión Europea, son entre otras, las
razones por las que el movimiento de los Chalecos amarillos surgió.
Miles de personas han marchado y protestado en
distintas ciudades de Francia. La protesta callejera ha sido violenta en muchas
ocasiones. Cada fin de semana han marchado los Chalecos amarillos desde
noviembre de 2018. El Estado y el Gobierno de Francia, encabezados por Macron,
han reprimido las protestas con todas las técnicas posibles: gases
lacrimógenos, balas de goma, chorros de agua, culatazos, cachiporras, golpes,
prisión, bombas de dispersión, cierre de vías y espacios.
Los heridos han sido desde leves a graves (rondarán
los tres mil). Un símbolo se volvieron los manifestantes que perdieron un ojo,
los cuales son más de 20; algunos perdieron una mano. Y los abusos policiales
son casi seis centenas. Pero estas protestas no han causado la muerte de 22
policías, como en Nicaragua el año pasado, cuando la derecha desesperada impulsó un
golpe de Estado blando.
El problema de los Chalecos amarillos, al igual que
los jóvenes del Mayo Francés de 1968, es que se esfuerzan en aparecer como
anárquicos, sin dirección, sin líderes, sin un partido político.
En realidad, necesitan un partido político
revolucionario que conduzca la lucha de los Chalecos amarillos y de otros
sectores del pueblo francés para tomar el poder; y si no lo tienen actualmente,
pues entonces que lo formen ellos mismos. Deben superar las falacias de que todos
mandan por igual o de que todos los protagonistas actúan bajo el criterio de la
horizontalidad (nadie manda más que nadie) y que no deben caer en el
tradicionalismo formando un partido político, porque tales instituciones están
desprestigiadas.
Lo que más desea la derecha francesa, europea y
mundial es que los movimientos sociales no se articulen ni formen sus propios
instrumentos de lucha: los partidos revolucionarios.
Hoy sábado 7 de diciembre los Chalecos amarillos salieron otra vez a las calles de París, en su semana número 56, a protestar en contra de la reforma al sistema de pensiones que el gobierno neoliberal de Macron se aferra en impulsar. Una ciudadana dice que gana 1200 euros al mes; pero debe pagar 500 por el alquiler del apartamento y luego pagar los servicios de electricidad, agua, teléfono y otros; para finalmente quedar sin nada; mientras los oligarcas franceses y las cúpulas políticas gobernantes viven como reyes, a costillas del pueblo.
Otro ciudadano dijo que en Francia existen nueve millones de pobres (un poco más del 13%, en una población de 67 millones). Esa es la realidad de la sociedad francesa, víctima del neoliberalismo capitalista, que se afana en destruir los últimos vestigios del "estado de bienestar", que los europeos occidentales construyeron debido a la presión que ejercía el bloque de países socialistas con todos los logros económicos, sociales, culturales y políticos que la clase obrero-campesina, el proletariado, había alcanzado en la Unión Soviética, Yugoslavia, República Democrática de Alemania, Checoslovaquia, Polonia, Bulgaria, Hungría, etc.
Hoy sábado 7 de diciembre los Chalecos amarillos salieron otra vez a las calles de París, en su semana número 56, a protestar en contra de la reforma al sistema de pensiones que el gobierno neoliberal de Macron se aferra en impulsar. Una ciudadana dice que gana 1200 euros al mes; pero debe pagar 500 por el alquiler del apartamento y luego pagar los servicios de electricidad, agua, teléfono y otros; para finalmente quedar sin nada; mientras los oligarcas franceses y las cúpulas políticas gobernantes viven como reyes, a costillas del pueblo.
Otro ciudadano dijo que en Francia existen nueve millones de pobres (un poco más del 13%, en una población de 67 millones). Esa es la realidad de la sociedad francesa, víctima del neoliberalismo capitalista, que se afana en destruir los últimos vestigios del "estado de bienestar", que los europeos occidentales construyeron debido a la presión que ejercía el bloque de países socialistas con todos los logros económicos, sociales, culturales y políticos que la clase obrero-campesina, el proletariado, había alcanzado en la Unión Soviética, Yugoslavia, República Democrática de Alemania, Checoslovaquia, Polonia, Bulgaria, Hungría, etc.
Managua,
Nicaragua, 31 de agosto y 7 de diciembre de 2019
Escritos
de Lenin Fisher: reflexiones sobre la vida e historia de Nicaragua.
leninfisherblogspot.com