200 años de independencia
de América Central
Lenin Fisher
El 15 de septiembre se han
conmemorado, en Nicaragua, los 200 años de la declaración de independencia de
Centroamérica respecto al imperio español, realizada en 1821. Declaración que
en ninguna parte incluye la palabra libertad, supuestamente “expresa la voluntad del pueblo de Guatemala”
y ordena que el Jefe Político la mande a publicar “para prevenir las consecuencias que serían terribles en el que caso de
que la proclamase de hecho el mismo pueblo”.
La independencia de las provincias
de América Central fue un hecho relativamente pacífico; pero no exenta de
algunas luchas y escaramuzas en El Salvador y Nicaragua, en los años 1811 y
1812. Sin embargo, las clases dominantes, criollos y altos funcionarios del Estado
colonial, dudaron hasta el último momento en declarar la independencia. Al
contrario de lo ocurrido en América del Sur donde los independentistas,
encabezados por Simón Bolívar, impulsaron una guerra por la libertad, a lo
largo de una década, que involucró amplios territorios y originó varios países,
afectando seriamente la unidad latinoamericana, ante el acecho del naciente
imperio de Estados Unidos, su futura potencia dominante, tras ganarle la partida
al decadente imperio inglés.
De hecho, no tuvimos ni
originalidad para decidir los colores de nuestras banderas, que fueron
inspirados en el pabellón de las Provincias Unidas del Río de la Plata, cuando
Aury y Buchard, dos corsarios franceses, lo desplegaron (blanco en el centro y
azul-celeste en los extremos), cuando pasaron por América Central, un poco
antes de la independencia regional, según Arellano (2017).
El oficio de la declaratoria
independentista llegó a la ciudad de León el 22 de septiembre. La diputación provincial,
integrada por monarquistas, desaprobó y se opuso a la declaratoria. En cambio,
el ayuntamiento, conformado por criollos liberales, estaba por la independencia
y desaprobó lo actuado por la diputación provincial. No obstante, el 28 de
septiembre, el gobernador intendente González Saravia se reunió con la
diputación provincial y el obispo García Jerez y emitieron un oficio, conocido
como el Acta de los Nublados, en el cual las autoridades coloniales declaran: 1)
Independencia de Guatemala. 2) Independencia de España “hasta tanto se aclaren los nublados del día”. 3) Permanencia de
las autoridades españolas en sus cargos.
Ellos decían defender los “verdaderos intereses de las provincias”;
pero en realidad, al pueblo nunca lo tomaron en cuenta para tomar decisiones. Además,
el real significado de la célebre frase “hasta
tanto se aclaren los nublados del día” es el siguiente, según Monterrey
(1989): hasta tanto el Rey no envíe fuerzas militares para sofocar estos
movimientos.
Por su parte, Granada estaba a
favor del Acta de Independencia y rechazó el Acta de los Nublados. En Masaya,
el ayuntamiento y el clero apoyaron la independencia; pero 15 días después se
sumaron al plan de anexión a México, propuesto por el obispo García Jerez y sus
seguidores, en León. La anexión al imperio mexicano de Agustín de Iturbide duró
desde finales de 1821 hasta enero de 1823, cuando el artillero Cleto Ordóñez se
rebeló, asaltó el cuartel de Granada, desconociendo a Iturbide y proclamando la
República, por lo cual Saravia y García Jerez mandaron a mil hombres a tomar
Granada, lo cual no lograron, y cuando se preparaban para un segundo ataque,
cayó el emperador mexicano.
Posteriormente, surgieron las
Provincias Unidas de Centroamérica, un pacto federal que duró, casi 15 años,
desde junio de 1823 hasta 1838, y en cuya disolución las clases dominantes de
Nicaragua jugaron un papel importante. Durante la federación, Nicaragua promulgó
su primera Constitución Política, el 8 de abril de 1826.
Como período de la anarquía ha sido
llamado el comprendido desde 1823 hasta 1857, que el incluye el proceso de la
federación centroamericana, y en el cual existió crisis económica y política,
con una lucha por el poder entre grupos oligárquicos de León y Granada; grupos
que fueron los antecesores de los partidos políticos liberal (calandracas) y
conservador (timbucos), o sea, precursores de las paralelas históricas, que
entregarían el país, venderían la patria, en distintos momentos y en variadas
formas, al imperialismo norteamericano.
El período anarquista incluye la
primera intervención militar de Estados Unidos en Nicaragua: la invasión
filibustera comandada por William Walker y Byron Cole, contratados por los
liberales de León para derrocar a un gobierno conservador, encabezado por el
miembro de una familia (los Chamorro), que ha gobernado el país, con ocho de
sus miembros, en varios períodos, para venderlo a los intereses de Estados
Unidos.
La Revolución Liberal encabezada
por José Santos Zelaya, entre 1893 y 1909, fue el intento de una segunda independencia,
que sentó continuó consolidando las bases del mercado capitalista, iniciada por
los treinta años de gobiernos conservadores, y que vio frustrado el sueño de
construir un canal interoceánico debido a la amenaza militar de, una vez más,
Estados Unidos. El trágico desenlace llegó cuando Benjamín Zeledón, un liberal
doctrinario, representó la resistencia anti-intervencionista en 1912, que fue
derrotado por el fuego de los marines, los llamados chaquetas azules y las
fuerzas militares conservadoras. La orden de muerte de Zeledón fue dada por
Emiliano Chamorro.
Nicaragua probablemente tiene el
récord de ocupaciones militares yankees en América Latina. Los militares
gringos controlaban elecciones, aduanas, impuestos, ferrocarriles, todo.
Nuestro himno nacional fue elaborado en medio de una de tales intervenciones,
por tal razón no llama a luchar contra imperios o tiranos, ni llama al combate
por la Patria, no clama por los héroes, ni su música es combativa, como ha
señalado Zamora (2014).
Las pugnas inter-oligárquicas
continuaron y surge Sandino para luchar contra las tropas intervencionistas de
Estados Unidos, a las cuales derrotó, por medio de la guerra de guerrillas,
expulsándolas en 1933. Su asesinato, a traición, es la piedra angular sobre la
cual se empieza a construir una dictadura militar y dinástica, la de la familia
Somoza, caracterizada por el enriquecimiento de pequeños grupos oligárquicos,
la corrupción, la represión contra el pueblo, fraudes electorales, pactos,
sometimiento al mandato norteamericano, entre otras cosas. En fin, Nicaragua era
casi un protectorado.
La lucha anti-dictatorial y
anti-somocista evoluciona hasta la fundación de la primera fuerza
revolucionaria, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que
persigue la segunda independencia de Nicaragua, concibiendo la liberación
nacional como una meta integral, en todos los aspectos: económica, política,
cultural, alimentaria, tecnológica, etc.
Con el triunfo de la Revolución
Popular Sandinista, en 1979, por primera vez los intereses del pueblo están
representados en el gobierno y el control del Estado. Es así que, entre el 19
de julio de 1979 y el 25 de abril de 1990, por primera vez Nicaragua es
independiente, después de 1821. Un hito
que no puede olvidarse fue la promulgación de una nueva Constitución Política,
en 1987, como la máxima expresión de la destrucción del viejo Estado somocista
al servicio de los intereses extranjeros y la construcción de un nuevo Estado y
una nueva institucionalidad para beneficio del pueblo de Nicaragua.
La Revolución Sandinista fue
desplazada del poder político debido a una guerra despiadada que Estados Unidos
financió y dirigió durante una década; una guerra brutal que no dio respiro ni
descanso al heroico pueblo nicaragüense, en medio de la cual la Corte
Internacional de Justicia condenó a Estados Unidos por terrorismo de Estado
contra Nicaragua, mandatando una indemnización, que todavía no se ha cumplido. Llegó
el periodo de gobiernos neoliberales entre 1990 y 2006, que fue el retorno del
entreguismo para complacer a los intereses políticos y económicos de Estados
Unidos y de las clases sociales más ricas del país. El neoliberalismo enterró
otra vez la independencia.
Y Nicaragua construye una segunda
independencia desde el 10 de enero de 2007, cuando el Comandante de la
Revolución Daniel Ortega Saavedra, asume la Presidencia de la República, como
líder del FSLN. Revertir y destruir las políticas neoliberales debía ser el
primer paso para reiniciar la verdadera independencia. Desde 1990 los
nicaragüenses han celebrado siete elecciones presidenciales en las cuales el
traspaso del poder o la continuidad en el poder ha sido en paz, sin desembocar
en una guerra promovida por las fuerzas políticas derrotadas. Ese es un récord
nacional.
En otras palabras, Nicaragua lleva
31 años de elecciones en que se respeta la voluntad popular, con gobernantes
que asumen el poder en paz, sin el sobresalto de una guerra. Sin olvidar, que
las primeras elecciones en una Nicaragua libre fueron en 1984, cuando la
extrema derecha, que se retiró de las mismas, creía en el triunfo de la vía
militar contrarrevolucionaria. Desgraciadamente, entre abril y julio de 2018 la
derecha extrema impulsó un golpe de Estado blando y armado, apoyado por Estados
Unidos y la Unión Europea; pero que fue derrotado por el FSLN.
Los avances económicos y sociales
durante los 14 años en que Daniel Ortega ha sido el presidente del país son la
explicación por la cual el pasado 7 de noviembre el FSLN ganó las elecciones
con el 75% de los votos y una participación superior al 65% de los
votantes; cifras que no se ven en la Unión Europea, Reino Unido, ni en Estados
Unidos desde hace muchos años.
Esta es la primera vez, en la
historia de Nicaragua, que se realizan elecciones en las que los Estados Unidos
no imponen su candidato, no financian directa o indirectamente a una fuerza
política y no son los jueces para dar su visto bueno. Lo antes señalado ha sido
posible porque una buena cantidad de agentes extranjeros, verdaderos miembros
de la extrema derecha, fascista, están bajo buen resguardo, en sus casas o en
la cárcel, por haber pedido a Estados Unidos y la Unión Europea bloqueos
económicos y financieros, sanciones, invasiones militares y todo tipo de
castigo contra Nicaragua. Tales agentes extranjeros conformaban una buena parte
de la estructura organizativa para impulsar otro golpe de Estado blando.
El pueblo de Nicaragua, al darle el
triunfo indiscutible al presidente Ortega, ha reafirmado que apoya la
construcción de un país mejor para todos, para derrotar la pobreza y la extrema
pobreza, buscando siempre la construcción de la segunda independencia, esta
vez, del imperialismo mundial, que incluye, por supuesto, a Estados Unidos y la
Unión Europea.
Referencias
Arellano, J.E. (2018).
Argentina: acta de independencia y bandera.
https://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/463886.
Managua, Nicaragua: 12-5-18
Reyes Monterrey, J.
(1989). Apuntamientos básicos para el estudio de la historia general de
Nicaragua. Universitaria. León, Nicaragua.
Zamora Rodríguez,
A. (2014). La Ventana. El Nuevo Diario. Managua, Nicaragua.
Managua,
Nicaragua, 14 de noviembre de 2021
Escritos
de Lenin Fisher: reflexiones sobre la vida e historia de Nicaragua.
https://leninfisher.blogspot.com/2021/11/200-años-de-independencia-de-america.html