Radiología
y filosofía
Lenin Fisher
"¡He visto mi muerte!"
W. C. Röntgen
Este 8 de noviembre se cumplirán 113 años del
descubrimiento de los rayos X por parte del alemán Wilhelm Conrad Röntgen,
ingeniero mecánico y catedrático de física. Röntgen interesado en las
investigaciones con rayos catódicos de Hittorf, Crookes, Hertz y Lenard repitió
el experimento de Lenard y trató de demostrar que los rayos catódicos pasaban a
través de una delgada ventana de aluminio; luego experimentó con un tubo de
Hittorf que no tenía la mencionada ventana. (1,2)
El
8 de noviembre de 1895, en una habitación oscura, pudo demostrar la presencia
de una luz a una distancia considerable, donde estaba una pantalla de
platinocianuro de bario, relacionándola con la descarga del tubo. Reconoció que
la fluorescencia observada, por estar demasiado lejos, no podía ser causada por
los rayos catódicos y encontró una explicación razonable: había ciertos rayos
emanados del tubo de vacío, completamente diferentes. Tal reconocimiento y
explicación constituyeron su mérito. (1,2)
Así
fue que, el 20 de diciembre de 1895 presentó en la Sociedad Físico-Médica de Würzburg
su artículo titulado “Una nueva clase de rayos” (llamados X porque hasta
entonces no se conocían y por lo tanto no tenían nombre). En marzo de 1896 la
Universidad de Würzburg le otorgó el título honorario de Doctor en Medicina.
Obtuvo el Premio Nobel de Física en
1901. Röntgen nunca presentó una patente
por su descubrimiento; él, sus familiares o descendientes pudieron obtener
millonarias ganancias, pero no fue así. (1,2)
El
aporte de la Radiología a la medicina ha sido extraordinario y de eso se ha
escrito y publicado extensamente. Sin embargo, del aporte de la Radiología a la
Filosofía no se ha escrito mucho, casi nada o nada. ¿Acaso tiene algo que
aportar la Radiología a la Filosofía? La respuesta es un afirmativo sí. Es una
realidad innegable que la principal división de la Filosofía consiste en dos
visiones totalmente opuestas: materialista e idealista. En consecuencia, los
filósofos son esencialmente materialistas o idealistas. El problema toral de
qué es primero, la materia (cerebro) o la conciencia (espíritu, alma), es decir,
el ser o la conciencia, ha venido siendo despejado por el avance del
conocimiento humano a través de la ciencia y la tecnología. Las ciencias
médicas han sido contundentes; la casi totalidad de las enfermedades si no se
tratan pueden matar, más tarde o más temprano, a las personas; las enfermedades
no se curan, atenúan o previenen, ni las epidemias se erradican, con plegarias
a los dioses. (1,2)
Ninguna
revista científica sobre Radiología, ni de cualquier otra área de la medicina,
ha publicado alguna vez, evidencias de la existencia de lo que llamamos
espíritu o alma. A pesar de los millones de exámenes de radiodiagnóstico
realizados diariamente en todo el mundo, a lo que debe agregarse la cantidad de
exámenes ultrasonográficos, de resonancia magnética y con otros métodos diagnósticos
endoscopios o laparoscópicos. (1,2)
Algunos
han dicho que el alma, los dioses, ángeles o extraterrestres no pueden ser vistos por nosotros los seres
humanos porque ellos existen, aparecen o se desplazan en otra dimensión y en
frecuencias inalcanzables para todos los órganos de los sentidos humanos. La
Radiología (término acuñado por el francés Antoine Beclere, en París, en 1897),
ahora también llamada Imagenología o Imaginología-porque ya no trabaja
unicamente con radiaciones ionizantes sino que además con otras formas de
energía-, confirma algunos planteamientos filosóficos materialistas
fundamentales y amplía el alcance de nuestros órganos de los sentidos para
entender que la materia no fue creada por ningún espíritu universal; existe
eternamente; no se destruye, sólo se transforma; está en constante movimiento;
y cuando alcanzó su máxima expresión de desarrollo en el cerebro humano
evolucionado, surgió la conciencia, que existe; pero no existe el alma o espíritu. La conciencia es producto de
la realidad objetiva, de la materia, es decir, del cerebro humano. Cerebro y
conciencia mueren. Nada va al cielo o al infierno. (1,2)
Los
rayos X forman parte del espectro de radiaciones electromagnéticas, viajan a la
velocidad de la luz (300 mil Km/seg.),
tienen una longitud de onda que oscila entre 10 y 0.005 nanómetros, y un
rango de frecuencia que va desde 102 hasta 106
ciclos/seg. En el radiodiagnóstico médico se utilizan rayos X cuya longitud de
onda está comprendida en el rango de 0.05 a 0.012nm y energía que va entre los 30 y
125 kiloelectrón-voltios. Este tipo de rayos ha demostrado a los diferentes
órganos del cuerpo humano (sanos o enfermos, indemnes o lesionados), a través
de radiografías y tomografías sin que se haya encontrado alguna vez rastros del
espíritu, en el sentido religioso. (1,2)
No
ha podido encontrarse rastros del alma con radiografías convencionales
analógicas ni con radiografías digitales. Ni la tomografía axial computarizada,
ni la tomografía helicoidal, ni la tomografía multicorte (esta última con
decenas de detectores, cortes axiales menores de 1.0mm., y hasta centenares de
imágenes obtenidas en pocos segundos), han demostrado la presencia inobjetable
del alma. Las imágenes de los diferentes tipos de tomografía representan un
mapa de la densidad de los electrones de los átomos de los diversos tejidos
corporales. A frecuencias mucho mayores de 20 mil Hertz, los ultrasonidos que
el oído humano no puede escuchar, viajan a través de los órganos corporales a
una velocidad hasta cinco veces mayor que la del sonido en el aire, utilizando
generadores (transductores) de ultrasonidos en rangos que van desde 1 millón
hasta 10 millones de Hertz (MHz). Esta técnica, usando el efecto doppler,
demuestra el flujo de la sangre en las arterias y venas, así como en el
corazón, midiendo su velocidad y determinando su dirección. Y en ningún órgano
del cuerpo humano, sólido o quístico, muy vascularizado o no, se ha encontrado
evidencia ultrasonográfica del espíritu. Ni en el cerebro, ni en el corazón. (1,2)
La
medicina nuclear (gammagrafía o centellografía) utilizando isótopos
radioactivos artificiales y las emisiones energéticas del núcleo atómico, que
permiten obtener imágenes morfológicas y funcionales, así como curvas y
cuantificaciones en los diferentes tejidos, órganos, sistemas y aparatos del
cuerpo humano, tampoco ha podido encontrar o demostrar pruebas de la presencia
del espíritu. El radionúclido más
utilizado, el tecnecio 99 metaestable (emisor puro de rayos gamma, con un
tiempo de vida media de 6.05 horas y energía de 140 KeV), la gammacámara, la
tomografía computarizada con emisión de fotón simple y la tomografía con
emisión de positrones (con ciclotrón, radioquímica y cámara de positrones), no
han encontrado evidencia franca de la existencia del espíritu dentro del cuerpo
humano. (1,2)
No
ha sido posible observar y demostrar el alma en imágenes de resonancia
magnética, por medio de los átomos de hidrógeno que absorben energía
electromagnética cuando están sometidos a un campo magnético intenso y reciben
pulsos de radiofrecuencia por medio de bobinas especiales. El mapa de la distribución del los protones
de los átomos de hidrógeno -y en consecuencia de la distribución del agua en el
cuerpo humano- que representa la resonancia magnética, tampoco ha evidenciado
la existencia del alma, a pesar de trabajar o investigar con campos magnéticos
que oscilan entre 0.06 hasta 3.0 Tesla (superiores al campo magnético de la
Tierra que es de 0.5 Gauss; 1.5 Tesla equivale a 15000 Gauss), hacer resonar a
los protones de hidrógeno hasta una frecuencia cercana a los 130 MHz y utilizar
parámetros de tiempo que van desde 10
a 3000 milisegundos. (1,2)
Ni los medios de contraste yodados
(hidrosolubles, iónicos y no iónicos, de alta o baja osmolaridad); el gadolinio
(elemento de tierras raras); el sulfato de bario microcristalino que opacifica
el tracto gastrointestinal; técnicas de sustracción o magnificación;
fluoroscopía e intensificador de imágenes; mamografía y densitometría ósea con
detector de rayos X de doble energía espectral (alta y baja); sofisticadas
películas radiográficas y pantallas reforzadoras con elementos químicos de
tierras raras; la radiología intervencionista; las imágenes bidimensionales o
tridimensionales ni las técnicas en 4D (cuatro dimensiones: tridimensional en
movimiento real); ninguna de las técnicas radiológicas mencionadas, ni la
cirugía abierta o laparoscópica, ni la endoscopia han demostrado evidencias de
la existencia del espíritu, del alma. Sólo han encontrado evidencia de materia,
cuerpo u órganos normales o anormales. Tal es el aporte de la Radiología a la
Filosofía. (1,2)
Managua, Nicaragua. 2009
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