Tecnología radiológica en Nicaragua
Lenin Fisher
El
descubrimiento de los rayos X en 1895, realizado por W. C. Roentgen en
Alemania, fue un gran avance científico y tecnológico. Cuando el Dr. Rosendo
Rubí trajo el primer aparato de rayos X a la ciudad de León de Nicaragua, en
1902, para usarlo junto con el Dr. Luis Henry Debayle Pallais, en La Casa de
Salud (1,2,3), se produjo un avance tecnológico y científico-médico en el país.
Con ese primer equipo de rayos X inició la transferencia tecnológica, de tipo
radiológica, desde Europa hacia Nicaragua.
Pasaron
siete años, después del descubrimiento de los rayos X por Roentgen (1895), para
que esa tecnología llegara a Nicaragua, bajo la iniciativa del Dr. Rosendo
Rubí. Y tuvieron que pasar 19 años para que el primer tomógrafo axial
computarizado fuera traído al país (1991), como parte de la actividad
emprendedora del Dr. Enrique Jiménez Quezada, después de que fue instalado el
primer tomógrafo en Londres, Inglaterra (1972). Asimismo, pasaron entre 20 y 23
años para que un grupo privado trajera al país el primer resonador magnético
(1997), después que esta tecnología comenzó a obtener los primeros resultados
en Escocia (1974-1977). Vino relativamente más rápido el primer equipo de rayos
X que el primer tomógrafo axial computarizado y que el primer resonador magnético
(siete años contra veinte), a pesar de que en la década de 1990 el transporte y
las comunicaciones eran más eficientes que en la década de 1900. Si los siete
años entre 1895 y 1902 fueran un parámetro, entonces, el primer tomógrafo
computarizado debió estar en Nicaragua en 1979, y el primer resonador magnético
en 1981 ó 1984. La guerra, en sus
diferentes etapas, seguramente influyó en gran parte. (4,5)
La
reflexión arriba mencionada, hecha en conjunto con el Dr. Malcolm Fisher
Chavarría, nos sugiere que ante tecnología más compleja nuestro atraso es mayor
por los costos más altos, por lo que, en cuanto a esas dos técnicas
diagnósticas podemos decir que tuvimos por lo menos dos décadas de atraso en el
uso de dicha tecnología, ya que en la producción de la misma no hay nada que
señalar, porque no somos un país productor de tecnología. El atraso en el uso
de tecnología moderna en el sector de la salud pública es mucho mayor cuando se
compara con los servicios médicos privados. (4,5)
El
Dr. Enrique Jiménez Quezada fue el primer médico y radiólogo nicaragüense que
utilizó la técnica arteriográfica de Seldinger, inventada en 1953. El Dr.
Jiménez Q., aplicó por primera vez en Nicaragua la técnica de Seldinger, en
1978, en el Hospital Occidental del INSS -hoy llamado “Antonio Lenín Fonseca Martínez”-,
que fue el primer hospital del país en poseer equipo fluoroscópico
telecomandado. Pasaron 25 años después de que Seldinger inventó la técnica
angiográfica percutánea femoral, en Europa, para que se aplicara en Nicaragua
por primera vez. El retraso crónico y proverbial ha oscilado entre 20 y 25 años
en las diferentes técnicas médico-radiológicas. (4,5)
En
1993, en el sistema de salud pública (27 hospitales y 80 unidades de salud),
había más de 7 mil equipos médicos;
estaban en buen estado el 56%; inactivos el 23%; funcionaban
irregularmente el 10%; y estaba descartado el 11%. Se calculaba, en 1994, que
más del 90% de la fuerza laboral de nivel técnico o de ingeniería electrónica
en Nicaragua era empírica. La Dirección de Desarrollo Tecnológico del
Ministerio de Salud tenía un déficit de 86 técnicos para mantener y reparar los
equipos hospitalarios, en 1994. (6)
La
tecnología debe adquirirse en base a las necesidades de salud y no en la
tecnología misma. Es decir, no en base a la aparición de los nuevos modelos,
del último modelo (6). No existe
ministerio de salud pública, hospital, clínica privada, ni radiólogo individual que en
un país subdesarrollado, pueda estar gastando tanto dinero al comprar todo
nuevo modelo de equipos de diagnóstico sofisticado; nadie puede comprar el
modelo del año cada año. La avalancha tecnológica, con sus aparatos cada año
más modernos, tiene un alto precio, que ni el Estado, ni los empresarios
privados, en Nicaragua, pueden pagar; y consecuentemente, la mayoría de los
pacientes no pueden asumir. El subdesarrollo y la pobreza del tercer mundo no
permiten ir al ritmo del avance tecnológico, lo cual es una verdad de Perogrullo.
(4,5)
Eso
explica por qué la mayoría de los tomógrafos computarizados y resonadores
magnéticos que han funcionado en el país han sido comprados a pesar de ser
usados, es decir, de segunda o tercera mano, o mejor dicho en lenguaje de
mercadeo más técnico, han sido vendidos y comprados con la característica de
ser “refaccionados”o “refurbish”. En otras palabras, después de haber
funcionado en un hospital de país desarrollado, donde le han sacado el máximo
provecho, el tomógrafo o el resonador, es descartado o entregado en forma de
pago a la compañía productora y vendedora, para ser sometido a una revisión y
mantenimiento total y exhaustivo colocando piezas o repuestos vitales, nuevos.
En mecánica automotriz le llamarían a este proceso “over-haul” o reparación
general. (4,5)
Inversión
grande en equipos grandes, no es factible en Nicaragua, decía un directivo de
Casa Terán en 1994. No hay médico que
pueda hacerle frente a la inversión ni pacientes que la paguen, porque es
realmente cara, añadía. En 1994 Bolsa Médica señala: “Ya existe experiencia de
médicos que con esfuerzo propio o en grupo han traído equipo usado que al poco
tiempo de operar quedó inhabilitado y sin repuestos en el país ni en el
exterior.” (6)
El
Dr. Luis Romero, de origen argentino, Presidente del Colegio Interamericano de
Radiología (CIR), en abril de 1994, durante su visita a Nicaragua, dijo que la
Radiología, como especialidad médica, está en estricta correlación con el
adelanto tecnológico, el cual va en progresión geométrica. “Sin embargo, la tecnología
es muy buena, pero también es muy cara y en países emergentes como Nicaragua,
Argentina o cualquier otro de Latinoamérica, el acceso a este tipo de tecnología
es un poco complicado.” (7)
“Entonces,
hay que tratar de equiparse y compatibilizar con la economía del país. Eso es
de vital importancia porque tampoco debemos caer en el excesivo consumo de la
tecnología médica. La correcta utilización de la tecnología implica que ésta
esté al servicio de la sociedad, que no sea una tecnología de élite.” (7)
“Un
radiólogo está inserto en un contexto social y no puede escapar de él, entonces
tiene que estar adecuado a la realidad sanitaria del país, a la realidad social
del país.” (7). Y parte de la realidad real,
no virtual, son los precios de los equipos nuevos: aparato de rayos X ($50-70
mil); ultrasonido con doppler color incorporado ($80-85 mil); mastógrafo ($50-60
mil); tomógrafo computarizado ($500 mil-1 millón); y resonador magnético ($1-1.5
millones). (4,5)
Los
países desarrollados destinan hasta el 10% del costo de instalación para el
mantenimiento de los equipos. Una cama hospitalaria debidamente equipada e
instalada cuesta $100 mil por lo cual hay que destinar $10 mil para su
mantenimiento. En 1994, había en América Central casi 7000 camas en los hospitales
públicos; pero como no hay fondos suficientes, los equipos se deterioran
aceleradamente. Un hospital adecuadamente balanceado invierte hasta el 40% de
su presupuesto en equipamiento técnico; el resto es para infraestructura. (6)
Japón
donó, en 1993, una gran cantidad de equipos médicos, valorada en alrededor de
200 millones de dólares, la cual representó el 7% del total de equipos médicos
instalados en ese momento en el sistema de salud pública; donación que incluyó
equipos de mamografía para el Hospital “Bertha Calderón R.” (6)
Otro
elemento a tomar en cuenta es que: “...a través de donaciones ha entrado al
país una amplia cantidad de equipos muy heterogéneos en marcas y tipos, lo que
hace complejo y caro el mantenimiento porque a veces se encuentra tecnología
descontinuada o los equipos vienen en no muy buenas condiciones.” (6)
La
donación más reciente en equipos de diagnóstico por imagen fue la realizada por
el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, en 2007, la cual fue
valorada en alrededor de 5 millones de dólares y consistió, entre otros equipos
médicos nuevos, los siguientes: un resonador magnético, un tomógrafo
computarizado multicorte, un equipo de rayos X telecomandado con fluoroscopía,
un equipo de rayos X digital y dos ultrasonógrafos, los cuales constituyen el
eje central de lo que se llama Centro de Alta Tecnología, ubicado en el
Hospital Escuela “Antonio Lenín Fonseca Martínez”, en Managua. (4,5)
El
mantenimiento del tomógrafo, marca Philips, y del resonador, marca Siemens,
tiene un costo relativamente alto; pero es más caro reparar cada pieza o
tarjeta digital que se deteriora. Durante los dos primeros años de
funcionamiento (abril 2008–abril 2010), el Ministerio de Salud no había firmado
contratos de mantenimiento formal y sistemático con las compañías respectivas,
a pesar de la existencia de los fondos de la cooperación venezolana a través de
la Alianza Bolivariana de los Pueblos de América (Alba) y las empresas mixtas binacionales conformadas por
Nicaragua y Venezuela. (4,5)
Son
pocos los países latinoamericanos que tienen una política nacional de selección
y uso de tecnología de la salud, incipiente o declarada, de acuerdo al VIII
Informe de la Situación Sanitaria Mundial (6). Nicaragua no es la excepción.
Referencias bibliográficas:
1.
Montalván, J. H. Breves apuntes sobre deontología médica e historia universal
de la medicina. Hospicio. Universidad Nacional Autónoma. León, Nicaragua. 1960.
231
2.
Espinosa Rodríguez, L. J. Contribución a la historia de la radiología en
Nicaragua. Bolsa Médica. No. 25; Sept.
1995: 3-9
3.
Corea Fonseca, E. Historia de la medicina en Nicaragua. La Prensa. Managua ,
Nicaragua. 2000: 296
4.
Fisher, L. Historia de la radiología en Nicaragua: la senda de la luz
invisible. Universitaria. Managua, Nicaragua. 2010: 316
5.
Fisher, L. Historia de la radiología en Nicaragua: la senda de la luz
invisible. 2da. ed. Universitaria. Managua, Nicaragua. 2011: 428
6.
Bolsa Médica. Radiología: un costo que vale la pena invertir. No. 9; May. 1994:
22
7.
Bolsa Médica. Tecnología médica en Nicaragua. No. 6; Feb. 1994: 8-12
Managua, Nicaragua, 19-5-2012.
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