El problema entre ética y tecnología
Lenin Fisher
Según la Organización
Internacional de Energía Atómica (OIEA), las cifras de
procedimientos con radiaciones ionizantes, en el mundo, anualmente, son las
siguientes: dos mil millones de procedimientos diagnósticos con rayos X, de
ellos, 250 millones en niños; 32 millones en medicina nuclear; y cinco millones
de tratamientos con radioterapia. (1,2)
Lo arriba
descrito significa que, mensualmente se realizan 167 millones de exámenes
diagnósticos con rayos X; y diariamente, se hacen en el mundo 5.5 millones. La
gran pregunta es, ¿cuántos de estos exámenes están injustificados? (1,2)
Se ha señalado que entre el 45 y 60% de las pruebas
diagnósticas de laboratorio, de todo tipo, resultan normales. El 75% de
las tomografías computarizadas cerebrales fueron normales. El 60% de las
tomografías computarizadas cerebrales realizadas únicamente en fase contrastadas,
fueron normales; y el 32% de las realizadas en ambas fases (simple y
contrastada) se consideraron normales. (1,2)
Las restricciones presupuestarias para la asistencia de
nivel terciario entran en conflicto con la opinión de la población que conoce sobre
los avances tecnológicos de la medicina moderna como por ejemplo: técnicas de
imagen como tomografía computarizada y resonancia magnética. (1,2)
A pesar del éxito de dichas tecnologías, su alto precio
encarece los servicios de salud, sobre todo cuando no existen indicaciones
precisas y rigurosas. El paciente aspira a ser examinado o tratado con la
tecnología más avanzada, en lo cual frecuentemente coincide con el médico,
quien por principio apoya el avance tecnológico, lo cual no pocas veces
contradice la voluntad de los administradores o autoridades de salud. (1,2)
Los radiólogos y bioanalistas se quejan del aumento
progresivo de las solicitudes u órdenes de exámenes diagnósticos, que muchas
veces no están, aparentemente, justificados. (1,2)
Los problemas relacionados con el uso indebido de
tecnologías diagnósticas son los siguientes: a) uso de pruebas injustificadas;
b) excesivo número de pruebas; c) pruebas superfluas o innecesarias; d) pruebas
de escaso rendimiento cuando están disponibles otras pruebas que son más útiles
y eficaces, y más baratas. De aquí que, algunos concluyen que una parte de los
médicos no conoce la utilidad real de las pruebas diagnósticas cuando se
comparan con otras, su valor en el contexto clínico y sus costos. (1,2)
El hecho de que una técnica esté disponible en el mercado
mundial no significa que deba ser obligatoriamente adquirida y usada. Según el
Colegio Real de Médicos del Reino Unido los avances tecnológicos en Medicina se
clasifican así: 1) los que permiten la curación de enfermedades a un costo
moderado; 2) los que permiten la prevención de enfermedades y promoción de la
salud con pocos gastos; y 3) los que permiten mantener la salud y una calidad
de vida razonable, pero que requieren considerables recursos materiales y
humanos. (1,2)
En 1990, los comités de ética en América Latina estaban
poco desarrollados. En Estados Unidos sólo el 1% de los hospitales poseía
comité de ética en 1982; sin embargo, en 1988 el porcentaje aumentó hasta el
60% de los hospitales con más de 200 camas. En cuanto a los comités hospitalarios
de bio-ética en Nicaragua se puede afirmar que no existen y no se han podido
conformar, según el Dr. Armando Ulloa, Vice-Decano de la Facultad de Ciencias
Médicas de la U.N .A.N.-Managua,
experto en el tema de bio-ética médica. (1,2)
El segundo caso ocurrió durante la primavera de 1982 cuando
nació un bebé con síndrome de Down y atresia esofágica. El niño
necesitaba una cirugía para poder alimentarse; los padres rechazaron la
operación; y el niño murió de inanición, abandonado en una habitación, mientras
un equipo médico intentó que el sistema judicial interviniera en el caso. En
marzo de 1983, el informe del Comité Presidencial para el Estudio de los
Problemas Eticos y del Comportamiento en Medicina e Investigación Biomédica presentó
un modelo para establecer los comités de ética. (1,2)
El tercer
caso fue la niña conocida como Baby Jane Doe, nacida el 11 de octubre de 1983,
en Port Jefferson, New York, con múltiples defectos neurológicos (hidrocefalia,
microcefalia, espina bífida). Los padres rechazaron la cirugía y optaron por el
tratamiento conservador; pero una corte sentenció que la operación debía
realizarse. La sentencia fue revocada por la Corte de Apelaciones del estado de New York; Baby
Jane Doe fue llevada a casa sin ningún tratamiento. Las “reglas Baby Doe”
fueron dejadas de lado, consideradas nulas e ilegales por violar el deber
médico de la confidencialidad y el derecho de los padres a la privacidad, a
partir del 23 de mayo de 1984, después de un juicio sumario realizado por el
juez Charles L. Brieant, del distrito de Manhattan. Ante los reclamos de asociaciones médicas y
hospitalarias, así como del Departamento de Salud y Servicios Sociales (que en
1984 ordenó investigar las decisiones paternas sobre el tratamiento de niños
discapacitados y facilitó una línea telefónica urgente para denunciar los casos
de negligencia), los comités éticos hospitalarios surgieron como una fuerte
opción. Actualmente existen comités hospitalarios de ética de tres tipos: comité
ético-praxiológico, comité jurídico-científico y comité deontológico-técnico.
(1,2)
¿Está justificado usar una nueva tecnología según su
precio, calidad de rendimiento y eficacia? ¿Existe personal capacitado para
usarla correctamente? ¿La nueva técnica es superior a las que se usan
actualmente e implica ventajas económicas? ¿La nueva técnica mejorará la
calidad de vida de los pacientes? ¿Podrá usarse en la población general o se
reservará para unos pocos privilegiados? ¿Cuáles son los riesgos de su
aplicación a corto y largo plazo? ¿Qué otras opciones existen que signifiquen
una mejor inversión? Como la alta tecnología se importa de un país desarrollado
sin tener en cuenta las particularidades nacionales o locales (materiales,
humanas, económicas) no es raro que haya dificultades con el mantenimiento o
que los resultados no sean satisfactorios ni comparables con los del país de
origen; todo lo cual, provoca despilfarro de recursos. (1,2)
Y ante la aparición de las nuevas tecnologías y su
aceptación en la práctica médica conviene preguntarse, ¿qué tipo de estudios se
necesitan para dar el visto bueno? ¿Qué tipo de consentimiento debe brindar el
paciente? ¿Los médicos están obligados a informar al paciente sobre lo incierto
de los beneficios de la nueva técnica? (1,2)
“Todo procedimiento o variante del mismo, tanto
diagnóstico, como terapéutico o preventivo, que se emplea con la intención de
conseguir un beneficio directo para la salud de los pacientes, y que difiere de
la práctica habitual de rutina, debería someterse a un protocolo de
investigación para determinar su seguridad y eficacia.” Es lo establecido por la Comisión Nacional
para la Protección
de los Individuos en la Investigación Biomédica, ya que la introducción de
nueva tecnología tiene carácter de investigación. (1,2)
Se debe buscar el
equilibrio entre la publicidad (influencia sensacionalista de los medios de
comunicación que dan categoría de salvadoras a las nuevas técnicas), de los
avances tecnológicos en medicina y el costo económico que significan,
especialmente en países pobres, que no están capacitados para cambiar
fácilmente la tecnología “obsoleta”, usada comúnmente, por una nueva,
generalmente más cara. Los costos de los aparatos de rayos X, tomógrafos,
ultrasonógrafos, resonadores, endoscopios, medidores de presiones, etc., cada
año aumentan de manera muy superior al costo de la vida. A lo antes señalado,
se tiene que agregar los impuestos de aduana, que son mayores en los países que
más necesitan nuevas tecnologías. La escalada constante de los precios no se
acompaña necesariamente de un mayor rendimiento de los equipos e instrumentos,
ni de un claro beneficio para el paciente. Por otro lado, como se sabe, un
chequeo médico periódico en personas asintomáticas, requiere de pocas pruebas y
sin necesidad de aparatos caros; lo cual contrasta con los países con gran
cantidad de ancianos a los que se tiene que dedicar cada vez más recursos. (1,2)
“Los
problemas éticos se presentan continuamente en la práctica médica y
especialmente en relación con los adelantos tecnológicos de carácter
diagnóstico y terapéutico. El alto costo de estos recursos obliga a utilizarlos
de manera selectiva, y es entonces cuando surge el conflicto de decidir quiénes
deben beneficiarse de ellos y quiénes no. Además, en los últimos años han
arreciado las críticas por el uso indebido de esas nuevas tecnologías y las
repercusiones que esto tiene sobre la relación entre costos y beneficios. Por
desgracia, su empleo tiende a aumentar en forma indiscriminada y, como
resultado, a encarecer la atención en salud. Ante esta situación, surge la
necesidad de analizar la pertinencia de los nuevos métodos de diagnóstico y
tratamiento, las causas del abuso tecnológico, los aspectos éticos del uso de
la tecnología médica e incluso las relaciones entre tecnología y sociedad.” (1,2)
En conclusión, los problemas éticos ante el uso de la
nueva tecnología son un tema que cada día adquiere más importancia y que debe
ser abordado también en los comités de ética hospitalarios. (1,2)
Referencias bibliográficas:
- Fisher, L. Historia de la Radiología en Nicaragua: la senda de la luz invisible. Universitaria. Managua. 2010: 316
- Fisher, L. Historia de la Radiología en Nicaragua: la senda de la luz invisible. 2da. ed. Universitaria. Managua. 2011: 428
Managua, Nicaragua, 28 de abril de 2012
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