domingo, 21 de julio de 2019

ROBERTO ALVARADO: ASESINADO Y DESAPARECIDO POR LA GUARDIA NACIONAL


Roberto Alvarado: asesinado y desaparecido por la Guardia Nacional

Lenin Fisher

Conocí a Roberto Alvarado, siendo yo un niño de ocho años, cuando tres de mis hermanos y yo vivimos en la casa de su padre, don Antonio (Toño) Alvarado, situada enfrente del costado sur de la iglesia San Francisco, en el barrio el Sagrario, del centro histórico de la ciudad colonial de León.

Miré a Roberto algunas veces. Era un muchacho alto, delgado, tez blanca y pelo negro. Don Toño Alvarado era casado con doña María Lidia Calderwood y los hermanos de Roberto eran Marling, Malcolm, José (Pepe) y Antonio (q.e.p.d.). Don Toño tenía un taller de embobinado eléctrico de motores de vehículos o maquinaria, que daba empleo a varios trabajadores; taller que tenía mucha demanda, en el contexto de la producción algodonera de León; y que le permitía a su familia tener un nivel de vida de clase media.

Su padre y hermanos lo dieron por desaparecido después de la guerra de septiembre de 1978, en la cual el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) hizo el primer intento insurreccional para derrocar a la dictadura de la familia Somoza, por la vía armada. Nunca supieron nada acerca de Roberto y creo que se fueron a El Salvador, al inicio de la década de 1980, asumiendo que era un desaparecido, sin más información.

En la audición del día viernes 12 de julio de 2019 del programa Sin fronteras, el periodista y analista político, William Grigsby Vado señaló que Roberto Alvarado, de 23 años de edad, estudiante de cuarto año de medicina, fue capturado, torturado, asesinado, quemado y desaparecido por la Guardia Nacional (GN), en la ciudad de Chinandega, el 11 y 12 de septiembre de 1978, junto a otros cuatro jóvenes: Róger Madriz López, de 27 años; Ofilio Durón, de 17 años; y los hermanos Antonio Castillo Venerio, de 23 años, y Juan Castillo Venerio, de 20 años (estudiante de primer año de medicina).

Los jóvenes asesinados, que participaban en la insurrección, dormían en la casa de Marcelina Castillo, hermana de dos de ellos, cuando fueron capturados por la GN, después que vecinos obligados a quitar barricadas situadas a tres cuadras del cuartel de la GN, dijeran que en esa casa estaban las personas que tenían armas.

Los mártires fueron capturados y llevados al comando departamental de la guardia somocista, donde los colgaron de los pies y les hirieron las cuatro extremidades con bayonetas para que se desangraran; pero después les aplicaron la ley fuga: el reo recibe la orden de correr y los victimarios disparan, agarrando puntería, como en un ejercicio de tiro al blanco, a tan solo media cuadra del cuartel.

Sus cadáveres fueron dejados en la calle, a la intemperie, durante diez días y el primer identificado fue Róger Madriz López. Antonio Castillo Venerio fue castrado, seguramente porque al ser capturados e interrogados era quien respondía a los guardias de manera firme y repetida. La GN decidió quemar los cuerpos y las cenizas fueron levantadas con una pala mecánica para ser desaparecidas.

Blas Real Espinal, quien dirigió la insurrección en la ciudad de Chinandega, en septiembre de 1978 y fue asesinado algunas semanas después, había dado la orden de retirada el día 11; pero no todos los rebeldes hicieron caso. De alguna manera se confiaron demasiado.

Ahora sabemos que Roberto Alvarado fue un combatiente sandinista que participó en la insurrección de septiembre de 1978, en Chinandega, y que fue asesinado y desaparecido por la guardia somocista, junto a los otros combatientes mencionados.

Entre los agradables recuerdos que tenemos de la familia Alvarado-Calderwood, en la ciudad de León, podemos decir, entre otros, los siguientes: dos de mis hermanos pasaron la insurrección de septiembre del 78 junto a ellos (unos días en León y otros en La Paz Centro).  Don Toño nos mandaba a comprar golosinas al Parque Central o a la Casa Prío, cuando quería ver las peleas de boxeo de Alí o Alexis Argüello. Con el periódico La Prensa (la de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, no basada en fake-news, como ahora), que don Toño compraba, nosotros nos informábamos. En esa casa vivíamos cuando el FSLN lanzó la campaña militar Octubre victorioso, en 1977. Y doña Lidia me inscribió en el curso de catequesis para la primera comunión, en la iglesia San Francisco.

Con Pepe, uno de los hermanos de Roberto Alvarado, aprendimos a jugar baseball de mesa, con un par de dados (el cual es un juego muy emocionante, que suelta la imaginación y la narrativa del partido). Además, jugábamos baseball, bajo el sol incandescente de León, en el predio vacío del famoso “Instituto” (ocupado hoy por el hotel El Convento), donde mi hermano Yader Chavarría, que cayó también en la lucha por la liberación nacional el 14 de enero de 1979, conectaba tremendos batazos. Y finalmente, con Pepe, conocimos y nos gustó para siempre, la música rock de grupos tales como Kiss, Queen, Pink Floyd, Black Sabbath, Grand Funk y Alice Cooper de los cuales era fanático. Así que, la diversión y la recreación que experimentamos sanamente a través del baseball con dados y la música rock, siendo adolescentes y jóvenes, se lo debemos a Pepe Alvarado.

He escrito este pequeño ensayo porque a mis hermanos y a mí nos ha impresionado mucho saber de la trágica suerte de Roberto Alvarado, 41 años después de ocurridos los hechos, lo cual confirma la importante labor del programa radial Sin fronteras y William Grigsby, su director, rescatando la memoria histórica del pueblo nicaragüense en general y de los sandinistas en particular.

Honor y gloria para Roberto Alvarado, héroe y mártir sandinista, asesinado y desaparecido, por la guardia somocista, junto a cuatro de sus camaradas, el 12 de septiembre de 1978, en Chinandega.

Managua, Nicaragua, 21 de julio de 2019
Escritos de Lenin Fisher: reflexiones sobre la vida e historia de Nicaragua.
leninfisherblogspot.com