martes, 1 de mayo de 2012

RADIOLOGIA Y FILOSOFIA


Radiología y filosofía

Lenin Fisher

"¡He visto mi muerte!"
W. C. Röntgen

Este  8 de noviembre se cumplirán 113 años del descubrimiento de los rayos X por parte del alemán Wilhelm Conrad Röntgen, ingeniero mecánico y catedrático de física. Röntgen interesado en las investigaciones con rayos catódicos de Hittorf, Crookes, Hertz y Lenard repitió el experimento de Lenard y trató de demostrar que los rayos catódicos pasaban a través de una delgada ventana de aluminio; luego experimentó con un tubo de Hittorf que no tenía la mencionada ventana. (1,2)

El 8 de noviembre de 1895, en una habitación oscura, pudo demostrar la presencia de una luz a una distancia considerable, donde estaba una pantalla de platinocianuro de bario, relacionándola con la descarga del tubo. Reconoció que la fluorescencia observada, por estar demasiado lejos, no podía ser causada por los rayos catódicos y encontró una explicación razonable: había ciertos rayos emanados del tubo de vacío, completamente diferentes. Tal reconocimiento y explicación constituyeron su mérito. (1,2)

Así fue que, el 20 de diciembre de 1895 presentó en la Sociedad Físico-Médica de Würzburg su artículo titulado “Una nueva clase de rayos” (llamados X porque hasta entonces no se conocían y por lo tanto no tenían nombre). En marzo de 1896 la Universidad de Würzburg le otorgó el título honorario de Doctor en Medicina. Obtuvo el Premio Nobel de Física  en 1901.  Röntgen nunca presentó una patente por su descubrimiento; él, sus familiares o descendientes pudieron obtener millonarias ganancias, pero no fue así. (1,2)

El aporte de la Radiología a la medicina ha sido extraordinario y de eso se ha escrito y publicado extensamente. Sin embargo, del aporte de la Radiología a la Filosofía no se ha escrito mucho, casi nada o nada. ¿Acaso tiene algo que aportar la Radiología a la Filosofía? La respuesta es un afirmativo sí. Es una realidad innegable que la principal división de la Filosofía consiste en dos visiones totalmente opuestas: materialista e idealista. En consecuencia, los filósofos son esencialmente materialistas o idealistas. El problema toral de qué es primero, la materia (cerebro) o la conciencia (espíritu, alma), es decir, el ser o la conciencia, ha venido siendo despejado por el avance del conocimiento humano a través de la ciencia y la tecnología. Las ciencias médicas han sido contundentes; la casi totalidad de las enfermedades si no se tratan pueden matar, más tarde o más temprano, a las personas; las enfermedades no se curan, atenúan o previenen, ni las epidemias se erradican, con plegarias a los dioses. (1,2)

Ninguna revista científica sobre Radiología, ni de cualquier otra área de la medicina, ha publicado alguna vez, evidencias de la existencia de lo que llamamos espíritu o alma. A pesar de los millones de exámenes de radiodiagnóstico realizados diariamente en todo el mundo, a lo que debe agregarse la cantidad de exámenes ultrasonográficos, de resonancia magnética y con otros métodos diagnósticos endoscopios o laparoscópicos. (1,2)

Algunos han dicho que el alma, los dioses, ángeles o extraterrestres no  pueden ser vistos por nosotros los seres humanos porque ellos existen, aparecen o se desplazan en otra dimensión y en frecuencias inalcanzables para todos los órganos de los sentidos humanos. La Radiología (término acuñado por el francés Antoine Beclere, en París, en 1897), ahora también llamada Imagenología o Imaginología-porque ya no trabaja unicamente con radiaciones ionizantes sino que además con otras formas de energía-, confirma algunos planteamientos filosóficos materialistas fundamentales y amplía el alcance de nuestros órganos de los sentidos para entender que la materia no fue creada por ningún espíritu universal; existe eternamente; no se destruye, sólo se transforma; está en constante movimiento; y cuando alcanzó su máxima expresión de desarrollo en el cerebro humano evolucionado, surgió la conciencia, que existe; pero no existe el  alma o espíritu. La conciencia es producto de la realidad objetiva, de la materia, es decir, del cerebro humano. Cerebro y conciencia mueren. Nada va al cielo o al infierno. (1,2)

Los rayos X forman parte del espectro de radiaciones electromagnéticas, viajan a la velocidad de la luz (300 mil Km/seg.),  tienen una longitud de onda que oscila entre 10 y 0.005 nanómetros, y un rango de frecuencia que va desde 102 hasta 106 ciclos/seg. En el radiodiagnóstico médico se utilizan rayos X cuya longitud de onda está comprendida en el rango de 0.05 a 0.012nm y energía que va entre los 30 y 125 kiloelectrón-voltios. Este tipo de rayos ha demostrado a los diferentes órganos del cuerpo humano (sanos o enfermos, indemnes o lesionados), a través de radiografías y tomografías sin que se haya encontrado alguna vez rastros del espíritu, en el sentido religioso. (1,2)

No ha podido encontrarse rastros del alma con radiografías convencionales analógicas ni con radiografías digitales. Ni la tomografía axial computarizada, ni la tomografía helicoidal, ni la tomografía multicorte (esta última con decenas de detectores, cortes axiales menores de 1.0mm., y hasta centenares de imágenes obtenidas en pocos segundos), han demostrado la presencia inobjetable del alma. Las imágenes de los diferentes tipos de tomografía representan un mapa de la densidad de los electrones de los átomos de los diversos tejidos corporales. A frecuencias mucho mayores de 20 mil Hertz, los ultrasonidos que el oído humano no puede escuchar, viajan a través de los órganos corporales a una velocidad hasta cinco veces mayor que la del sonido en el aire, utilizando generadores (transductores) de ultrasonidos en rangos que van desde 1 millón hasta 10 millones de Hertz (MHz). Esta técnica, usando el efecto doppler, demuestra el flujo de la sangre en las arterias y venas, así como en el corazón, midiendo su velocidad y determinando su dirección. Y en ningún órgano del cuerpo humano, sólido o quístico, muy vascularizado o no, se ha encontrado evidencia ultrasonográfica del espíritu. Ni en el cerebro, ni en el corazón. (1,2)

La medicina nuclear (gammagrafía o centellografía) utilizando isótopos radioactivos artificiales y las emisiones energéticas del núcleo atómico, que permiten obtener imágenes morfológicas y funcionales, así como curvas y cuantificaciones en los diferentes tejidos, órganos, sistemas y aparatos del cuerpo humano, tampoco ha podido encontrar o demostrar pruebas de la presencia del espíritu.  El radionúclido más utilizado, el tecnecio 99 metaestable (emisor puro de rayos gamma, con un tiempo de vida media de 6.05 horas y energía de 140 KeV), la gammacámara, la tomografía computarizada con emisión de fotón simple y la tomografía con emisión de positrones (con ciclotrón, radioquímica y cámara de positrones), no han encontrado evidencia franca de la existencia del espíritu dentro del cuerpo humano. (1,2)

No ha sido posible observar y demostrar el alma en imágenes de resonancia magnética, por medio de los átomos de hidrógeno que absorben energía electromagnética cuando están sometidos a un campo magnético intenso y reciben pulsos de radiofrecuencia por medio de bobinas especiales.  El mapa de la distribución del los protones de los átomos de hidrógeno -y en consecuencia de la distribución del agua en el cuerpo humano- que representa la resonancia magnética, tampoco ha evidenciado la existencia del alma, a pesar de trabajar o investigar con campos magnéticos que oscilan entre 0.06 hasta 3.0 Tesla (superiores al campo magnético de la Tierra que es de 0.5 Gauss; 1.5 Tesla equivale a 15000 Gauss), hacer resonar a los protones de hidrógeno hasta una frecuencia cercana a los 130 MHz y utilizar parámetros de tiempo que van desde 10 a 3000 milisegundos. (1,2)


Ni los medios de contraste yodados (hidrosolubles, iónicos y no iónicos, de alta o baja osmolaridad); el gadolinio (elemento de tierras raras); el sulfato de bario microcristalino que opacifica el tracto gastrointestinal; técnicas de sustracción o magnificación; fluoroscopía e intensificador de imágenes; mamografía y densitometría ósea con detector de rayos X de doble energía espectral (alta y baja); sofisticadas películas radiográficas y pantallas reforzadoras con elementos químicos de tierras raras; la radiología intervencionista; las imágenes bidimensionales o tridimensionales ni las técnicas en 4D (cuatro dimensiones: tridimensional en movimiento real); ninguna de las técnicas radiológicas mencionadas, ni la cirugía abierta o laparoscópica, ni la endoscopia han demostrado evidencias de la existencia del espíritu, del alma. Sólo han encontrado evidencia de materia, cuerpo u órganos normales o anormales. Tal es el aporte de la Radiología a la Filosofía. (1,2)



Managua, Nicaragua. 2009



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