martes, 1 de mayo de 2012

SI TOMAS BORGE MUERE....


Si Tomás muere…
Lenin Fisher

Si Tomás muere…era la consigna que se leía en las paredes de León y otras ciudades de Nicaragua en 1977-1978 cuando Tomás Borge Martínez estaba preso y era torturado en las cárceles de la dictadura somocista. Todavía en León se pueden leer algunas de esas pintas borrosas.


Tomás Borge M., fue capturado el 4 de febrero de 1976 en la Colonia Centroamérica, Managua, después de un tiroteo en el que murieron la guerrillera sandinista Mildred Abaunza y un oficial de la Guardia Nacional (G.N.).


Fue Tomás Borge el prisionero sandinista más torturado por la G.N. Sometido a las peores torturas, incluyendo permanecer encapuchado y en aislamiento durante 270 días con sus noches. Era una especie de Nelson Mandela para los nicaragüenses hasta que fue liberado en agosto de 1978 por un comando guerrillero que se tomó por asalto el Palacio Nacional, sede del Congreso. Borge había dirigido el entrenamiento militar del comando que realizó una acción similar el 27 de diciembre de 1974, en una casa de un funcionario del gobierno somocista que ofrecía una recepción al embajador norteamericano. 

Diferentes sectores sociales reclamaban su libertad, especialmente los jóvenes estudiantes universitarios y de secundaria, entre ellos, mis tres hermanos mayores. Tomás era un símbolo. Y cuando triunfó la Revolución era el comandante sandinista más popular que fácilmente hubiese ganado una elección libre y democrática. Su cargo de ministro del interior le restó popularidad por la naturaleza represiva de esa institución estatal en medio de la agresión contrarrevolucionaria que algunos niegan.

Ahora que el Comandante de la Revolución Tomás Borge ha muerto a los 81 años de edad, ¿qué cosas podemos aprender de él?

Su perseverancia en la lucha por una sociedad mejor y justa. La terca convicción de luchar contra la injusticia social de manera sempiterna. Su firmeza ideológica; pues nunca renegó del marxismo como la filosofía para interpretar la sociedad actual. La absoluta confianza en la especie humana para transformar el mundo actual lleno de la perversa injusticia global, con pocos ricos y muchos pobres. Su práctica permanente de la solidaridad.

La generosidad. Perdonó y liberó a guardias nacionales capturados por los jóvenes guerrilleros del FSLN desde los primeros momentos: en el hospital de León, antes del propio 19 de julio de 1979. Luego, perdonó a su propio torturador. Esa fue su venganza personal, cantada después por Luis Enrique Mejía Godoy. El corazón de mantequilla, una de sus frases célebres, que lo tenía especialmente dedicado para los héroes y mártires de la lucha libertaria, también se manifestó en la liberación casi sistemática de muchos prisioneros (ex- guardias y ex-contras), a manera de indultos, que no siempre eran entendidos por el pueblo. Y también en la fundación de las granjas de régimen abierto donde hombres y mujeres cumplían sus condenas en condiciones más humanas.

Actitud autocrítica. Siempre reconoció los errores de la dirigencia revolucionaria colectiva durante el periodo 1979-1990. Aceptó que se alejaron del pueblo; se tornaron semi-dioses; se volvieron soberbios; y no aceptaron buenos consejos (dados por el mismo Fidel Castro), como hacer elecciones libres tempranamente y suprimir, en determinado momento, la ley del servicio militar. Señaló también, los abusos de algunos personajes –entre ellos no pocos disidentes-, en la apropiación y manejo de los bienes del Estado y del FSLN, después de la entrega del poder en abril de 1990. Criticó siempre a los aduladores de todo tipo y advirtió del peligro que representan.

Borge Martínez, a quien he considerado siempre el mejor orador de Nicaragua en los últimos 40 años; un hombre inteligente, culto y honesto; con sus errores y defectos como todo ser humano vinculado al poder político o económico. Reconoció, en “La paciente impaciencia” que no lo torturaron en 1956 y así lo reafirmó ante Eduardo Galeano. Siempre escribió y lo hizo elegantemente, con clase. Su prosa tiene mucho de poesía; muchos de sus textos podrían calificarse de prosemas. Sus artículos de opinión eran certeras lecciones todo el tiempo.


Entre sus frases célebres están además las siguientes: "Los niños son los mimados de la Revolución"; "La Policía Sandinista es centinela de la alegría del pueblo"; "Implacables en el combate y generosos en la victoria".

Si Tomás muere…podemos decir que es de los muertos que nunca mueren, la legendaria frase que le respondió, estando prisionero, al coronel Nicolás Valle Salinas, cuando le mostró el diario Novedades con la foto del cadáver de Carlos Fonseca Amador, en 1976; frase que retomaría Carlos Mejía Godoy en el himno dedicado al fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional.


Managua, 1-5-2012.
leninfisher.blogspot.com